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Actualizar el móvil es uno de esos actos puntuales que le alegran a uno el día. O se lo fastidian, depende del resultado. Parece sencillo: pulsas sobre el aviso de la barra de notificaciones, dices que «sí, quiero actualizar», se reinicia el terminal y ya está, ya tienes un sistema presumiblemente más listo, ágil y ordenado.
Pero este proceso de actualización esconde muchos recovecos: validaciones, test de rendimiento y otras pruebas donde los ingenieros deben estimar hasta qué punto es técnicamente beneficioso saltar a una nueva versión del sistema operativo.
Ahora que BQ ha anunciado que gran parte de su flota se pasa al deseado Android 7 (Nougat), veamos cómo es por dentro este proceso y el esfuerzo que supone para las propias empresas de desarrollo.
¿Cómo se actualiza un terminal?
Para que llegue el aviso en forma de ventana emergente, antes han de seguirse una serie de pasos.
El fabricante asume los costes internos en controles de calidad y tiempo invertido en desarrollo
En Android, todas las actualizaciones siguen este esquema: Google anuncia la actualización. Una vez desarrollada, se libera el PDK (platform developer kit) y el código fuente en AOSP (Android Open Source Project), para que cada fabricante decida si da soporte o no a la nueva versión. Pero claro, el fabricante, como “dueño del teléfono”, debe asumir los costes internos de los controles de calidad y todo ese tiempo invertido en el desarrollo.
Después, los fabricantes lanzan la beta. Si todo va bien, se realizan una serie de pruebas repartidas en tres fases distintas (que explicaremos más adelante) para la validación de Google. Cuando Google otorga su certificado de calidad, se lanza la actualización vía OTA (por el aire, haciendo referencia a las redes WiFi). Se requiere de un trabajo constante y un equipo de ingenieros preparado para cualquier incidencia.
¿Cómo logra el fabricante la certificación para lanzar actualizaciones?
Mediante unos tests denominados “Suite de pruebas de compatibilidad”, o CTS. Son pruebas gratuitas de realizar pero, como decimos, llevarlas a cabo tiene un coste económico y humano. Estas pruebas revelan cualquier tipo de incompatibilidad entre hardware y software que pueda surgir después. El CTS, a su vez, se divide en estas partes de a continuación. Cada “nivel” depende del anterior.
El CTS son aproximadamente 230.000 tests divididos entre distintos módulos: 45 horas de pruebas intensivas
Primero, el CTS propiamente dicho. Es la parte central de los tests y están automatizados por Google. En Android N son aproximadamente 230.000 tests divididos entre distintos módulos —cámara, sensores, capa de Java, conectividad (radio, NFC, WiFi, a más opciones más pruebas), códecs de vídeo y audio—. Unas 45 horas de pruebas intensivas.
En segundo lugar se pasa al GTS, unos 600 tests que corresponden a dos horas y media de pruebas. Gracias a este test se califican los requisitos para poder cargar el “Google Market Suite”.
En último lugar se lleva a cabo el CTS Verifier, que consta de dos partes: el CTSVerifier.apk, el cual se instala en el teléfono y se hacen una serie de pruebas manuales con cada módulo. Y después se realizan las comprobaciones visuales, donde los fabricantes ven si cumplen con los requerimentos de Google en aspectos tales como Layout, Boot animation & Splash, Back-up, depuración USB, último paquete GMS integrado, etcétera.
Cada componente es su propia isla
Tendemos a creer que actualizar es una cuestión de software. Pero éste sólo es el idioma con el que el terminal se comunica con nosotros. Así de simple. A nivel interno hay muchos elementos que tener en cuenta, los citados módulos: hardware, radiofrecuencia, cámara, audio, QQ, software y firmware.
Existen dos tipos de beta bester: el interno (empleados) y externo (usuarios cercanos a los empleados, incluso usuarios expertos)
En un PC somos nosotros mismos, los usuarios, los que buscamos el driver más actual de cada componente. En un smartphone ya nos lo dan todo hecho. Y todas estas secciones deben participar en el proceso de actualización. Además, como explica Iván Castro González, Product Manager en BQ, «existen dos tipos de beta bester: el interno, empleados que no participan en el desarrollo; y el externo».
Castro prosigue: «el testeo externo —principalmente encargado de corregir errores específicos en el rendimiento— se divide en dos fases: durante la fase de desarrollo, los terminales son probados por usuarios cercanos a la empresa. Y después, durante las alphas y betas abiertas, participan en el desarrollo usuarios avanzados». De hecho, BQ acaba de abrir el proceso de selección de Betas para Aquaris X5 Plus. Todos estos expertos que dan feedback, ya sea en foros o en comunidades, son tomados en cuenta para mejorar la versión final del terminal.
El fabricante del SoC tiene la última palabra
Cada versión nueva de Android se desarrolla en consecuencia de los componentes que haya en el mercado en ese momento. Nadie puede predecir el futuro. Qualcomm, como fabricante de Google, crean el SoC (system-on-chip, referido a todo el circuito integrado) pensando en terminales nuevos, en procesadores que podrán ejecutar aplicaciones cada vez más avanzadas.
BQ acaba de abrir el proceso de selección de Betatesters Nougat para Aquaris X5 Plus
Pero, ¿quién decide esto? ¿Por qué algunos terminales nunca llegan a ser aprobados para actualizarse? Porque de hacerlo podríamos encontrarnos con incompatibilidades, sobre todo cuando se aplican sobre terminales tecnológicamente más limitados.
Iván Castro nos explica que «el fabricante del móvil no tiene el poder de actualizar si el fabricante del SOC no libera los drivers». El soporte legal debe darse desde su parte. La norma, en líneas generales sobre actualizaciones, es dar dos años de servicio, que «puedas actualizar a una versión más desde el SO que te viene de serie cuando lo compras».
Midiendo el tiempo
Cuando dependes de plazos, el timing es clave. Controlar los tiempos que puede tardar una actualización en llegar al mercado es determinante. Como nos explica Iván Castro, «la primera versión se suele tener en unos dos o tres meses, pero depende de la complejidad; algunas actualizaciones están listas en 3 días».
También depende del desarrollo. Algunos elementos están en permanente revisión. «En una cámara no hay un deadline concreta. Siempre está recibiendo mejoras, es constante», apostilla Iván. Por ejemplo, como decíamos al principio, BQ ha volcado sus esfuerzos para actualizar toda la gama U, el A4.5, los modelos X5, M5 y M5.5 y, cómo no, el Aquaris X5 Plus. Es decir, la mayor parte de su flota actual. Pero cada terminal está sujeto a unos plazos distintos en base a su propio hardware.
«No puedes liberar nueva versión de Android hasta que no tienes el OK» — Iván Castro
¿Y si hablamos de software? Aquí las actualizaciones son periódicas sí o sí. Y para sacar o vender cualquier actualización en Google Play hay que poseer una certificación.
Como nos explica Iván, ésta consta de tres pruebas: «sólo te dejan si pasas esas pruebas. Normalmente dan respuesta en 24 horas y, si no pasas alguna, puedes volver a realizar mejoras y solicitarlas de nuevo. No puedes liberar nueva versión de Android hasta que no tienes el OK. Además, aunque pases las pruebas, el certificado para poder liberarla suele tardar entre 1-2 semanas. Si eres empresa socia de Google, esto garantiza que tienes calidad y que pasas sus estándares».
Cuando vas un paso por delante
Eso sí, nadie le dice al fabricante en qué puede o no innovar. En este aspecto hay completa libertad; que cada fabricante dé rienda suelta a su creatividad. Por ejemplo, la mayoría de terminales de gama media-alta ya incorporan sensor de huella dactilar, pero este paso tuvo que darse. Y no fue nada fácil.
Algunas PDAs y Pocket PCs ya incluían hacia finales comienzos de siglo un escáner dactilar, como la extinta Handspring. El investigador Jean-François Mainguet dedicó un puñado de años a esta lucha y ya en el año 2000 logró implementarlo en el modelo Sagem MC 959 ID. Pero durante toda una década su invento cayó en el ostracismo y se recluyó sólo en equipos empresariales.
«Cuando Google considera que alguna nueva funcionalidad puede aportar un valor extra para el usuario, lo añaden», Iván Castro
O el doble tap usado por BQ para apagar, bloquear o encender el terminal: «al considerar que puede aportar un valor extra para el usuario, lo añaden», apunta Iván Castro.
En definitiva, a veces los fabricantes están atados de manos cuando algún eslabón de esta larga cadena se desata. Pero el buen trabajo se premia. Que por ellos no quede, que se diría. Como exponen desde la propia Android, «los fabricantes confían en las aplicaciones para aumentar el valor de sus productos ante los usuarios».
[[Disclaimer: Ofrecido por BQ]]
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