Internet ha transformado muchas profesiones, a veces para bien (haciéndolas más versátiles o aumentando los beneficios) y otras para mal (llevándolas al abandono). Solemos fijarnos en los casos típicos como la venta y distribución o la digitalización de contenidos, pero el punto de inflexión llegó también a las que son más discretas (que no más nuevas, sino todo lo contrario). ¿Cómo ha afectado internet a la prostitución?
En lo relativo a las industrias relacionadas con el sexo, está claro que la red ha supuesto un cambio para la pornografía o las tradicionales líneas de contactos. Pero en lo referente a prostitución la cosa cambia ya por la naturaleza de la profesión y su legalidad. Pero si pensamos en los fenómenos que han ido aconteciendo como el sexting, cabe imaginar que la prostitución, con dinero de por medio, también habrá cambiado con la invasión tecnológica y la facilidad para solicitar servicios en general.
Tenemos una idea de esto gracias al testimonio que recoge Quartz con el pseudónimo de Rita. Aquí obviamente no hay web o link de referencia dada la naturaleza y la ilegalidad del negocio, pero lo que si aclara son aspectos como qué ventajas ha traído internet a este negocio y cómo se organizan las madame, las agencias y las trabajadoras sexuales en la era digital.
La digitalización del alterne
Que la sección de anuncios de los periódicos haya menguado o desaparecido no es casualidad; a ésta también le ha llegado la onda expansiva del azote digital. Mucho antes de la revolución de las apps, de Wallapop y de todo lo que ahora es una plataforma rápida y económica de compraventa, servicios como Craiglist ya se dibujaban como la alternativa futura a esos pequeños y puede que demasiado discretos anuncios por palabras.
Este servicio, lanzado en 1995, fue una de las primeras vías de digitalización que los trabajadores sexuales tomaron como medio de marketing directo, según explica Scott Cunningham, economista de la Universidad de Baylor. Además de la facilidad y comodidad de encontrar clientes (y de que éstos les encontrasen a ellos), era una manera de desligarse de "las agencias" que hasta el momento se los habían proporcionado a costa de llevarse una buena proporción de cada servicio.
De este modo, internet ha supuesto, en primer lugar, la eliminación de ciertas barreras entre cliente y trabajador en el negocio del sexo. El proceso de selección para el primero es mucho más discreto y el segundo tiene a su disposición el acceso a millones de clientes desde su propia casa y sin que tenga que entregar un porcentaje a un intermediario. Internet, como en muchos otros trabajos, ha agilizado y economizado el proceso también en la prostitución.
El quid pro cuo virtual: tú eliges, nosotros también
Si bien es cierto que un trato remoto garantiza cierta seguridad con respecto a los trueques en la calle, hay ciertas barreras a las que un trabajador sexual se enfrenta de igual modo tanto física como virtualmente. Estamos hablando de un negocio ilegal (al menos en casi todos los estados del país), y la discreción que se gana para la contratación del servicio también se ha de combatir cuando las autoridades también pueden tenerla mediante esta vía.
Es por ello que, hablando de un burdel digital, la selección es bidireccional. Aquí son elegidos tanto el cliente como la persona que realiza el servicio, y el primero presentará ciertas credenciales si quiere disfrutar del segundo. ¿Qué datos son estos? Parte de nuestra huella digital. Lo que interesa en este caso son los datos relacionados con el trabajo del cliente, como un número de teléfono de dicho puesto, el perfil de LinkedIn o un mail desde el correo laboral. Al menos así trabaja Rita, que somete a un escrutinio a quienes quieren acceder a uno de sus servicios.
De hecho, las madame digitales como la que cuenta su historia en Quantz tienen como baza el extra que proporcionan a nivel de protección, marketing y eficiencia. A cambio se lleva un porcentaje menor del que al parecer se suele exigir: Rita por ejemplo se lleva el 30% (una hora de servicio puede costar unos 800 dólares).
Otro asunto que también se da en ambas direcciones son las reseñas. Normalmente xolemos recurrir a la red o a las apps para saber qué opinan quienes ya han sido comensales, compradores o cualquier otro tipo de cliente de cualquier negocio. No vamos a ver lupanares virtuales en Yelp, ni vamos a reflejar un perfil de cliente de servicio sexual en LinkedIn, pero en estas transacciones de legalidad variable existe también la consulta y las reseñas tanto de quien ofrece el servicio como de quien lo ha disfrutado.
De la calle a la web
Es complicado tener cifras de esto sobre todo a nivel mundial, pero ya en 2014 la CNBC hablaba de cómo el auge de la prostitución online se estaba notando con la disminución de un 50% de las detenciones por prostitución en Estados Unidos, durante el periodo de 1990 a 2011. En ese momento ya citaban a Cunningham que explicaba que además parecía que debido al coste la policía estaba menos inclinada a las detenciones por prostitución online (se estimaba un coste de 674 dólares por detención).
De este modo, y pese al riesgo por la exposición, internet ha cambiado las maneras de proceder también en este negocio y el hecho de que sea relativamente sencillo tener un sitio web (con servicios como WordPress existen posibilidades sencillas y gratuitas). En 2014 el 90% de los trabajadores sexuales online se declaraba independiente, pero como hemos visto los burdeles también tienen su lugar en la red.
Imágenes | Flickr (1), (2)
Vía | Quartz
En Magnet | El debate de la prostitución a examen: legalización vs abolicionistas
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La noticia Internet y la prostitución: así es la digitalización de los burdeles fue publicada originalmente en Xataka por Anna Martí .
Gracias a Anna Martí
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