Dos problemas, una solución. Alemania tiene una decisión salomónica para despachar de una sola tacada dos retos que se le planteaban en materia medioambiental y energética: ¿qué hacer con los terrenos dedicados en su día a la extracción minera? ¿Y dónde fijar las granjas fotovoltaicas que ayuden al país en su transición hacia un modelo energético más sostenible y respetuoso, un desafío que ya ha llevado al sector a mirar a mares y lagos?
Su respuesta, en Branderburgo, pasa por matar ambos pájaros de un tiro y aprovechar una vieja mina para fijar paneles.
Trina Solar y GP Joule completaron el año pasado un sistema fotovoltaico de 170 MW en Klettwitz. Tras una primera sección de 90 megavatios añadieron una segunda etapa de 163.000 módulos bifaciales que ofrecen una potencia total 80 MW, según precisa PV-Magazine. En la primera fase ya se habían usado alrededor de 183.000.
La instalación forma parte a su vez del parque energético de Lusacia, que con una potencia global de 300 MW destacará como uno de los mayores sistemas fotovoltaicos de espacio abierto del país.
Una segunda vida para el terreno
Sus responsables esperan que el sistema aporte 173.000 megavatios hora al año y permita ahorrar decenas de miles de toneladas de CO2.
Los datos son llamativos, pero más allá de lo que prometen o su balance final, lo realmente interesante de Klettwitz —tanto la primera fase al norte, como la segunda, al sur— es dónde se sitúa: los terrenos de una antigua mina de lignito a cielo abierto en Schipkau, Brandeburgo. La explotación permaneció operativa hasta 2018 y ahora se reconvertirá en una amplia granja solar. En vez de extraer combustible fósil de la tierra, se dedicará a la generación de energía fotovoltaica.
“Proyectos eficientes como este, aquí, en Klettwitz, son innovadores para la transición energética y la protección del clima”, destaca Meik Gessner, directivo de la firma GP Joule.
La compañía pone en valor también el peso del parque energético de Lusacia, de 300 MW, que reivindica como una de las mayores plantas fotovoltaicas independientes de Alemania y “elemento esencial del cambio estructural” en la región. “En comparación con el lignito extraído anteriormente en Klettwitz, el parque ahorra alrededor de 57.000 toneladas de CO2 al año”, subraya.
Parte de la energía solar del Lusatia Energy Park se aprovechará además para la producción de hidrógeno. A principios del próximo años sus responsables quieren empezar a construir además una estación de servicio que pueda abastecer a automóviles, camiones y autobuses.
El de Klettwitz no es el único caso en el que Alemania ha optado por matar dos pájaros de un tiro y reaprovechar antiguas minas para la generación de energía solar. A mediados de año arrancaban en Sajonia las obras del Energiepark Witzniz, un enorme parque solar con alrededor de 1,1 millones de módulos fotovoltaicos que se extenderá a lo largo de 500 hectáreas, además de otras 150 pensadas a modo de áreas de compensación. El complejo se desplegará en Witzniz II, una vieja mina de lignito a cielo abierto ubicada a aproximadamente 30 kilómetros de Leipzig.
Más allá de Alemania otros países han visto también la oportunidad que pueden representar los antiguos yacimientos. Ocurre aquí mismo, en España, donde Enel Green Power España, filial de Endesa, se ha propuesto construir dos plantas solares en parte de los terrenos de la antigua Mina Emma de Encasur, en los alrededores de Puertollano. Sus instalaciones pasarán de 71 MW.
En 2021 La Nueva España avanzaba también los planes de la valenciana Ingesanc Energy de impulsar un parque solar en una antigua explotación minera a cielo abierto, en concreto en 100 de las 486 hectáreas de suelo de Cerredo, en la localidad asturiana de Degaña.
*Una versión anterior de este artículo se publicó en diciembre de 2022
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La noticia Alemania ya sabe qué hacer con el enorme problema de sus minas abandonadas: cubrirlas de placas solares fue publicada originalmente en Xataka por Carlos Prego .
Gracias a Carlos Prego
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