Reconozco que cuando mi pareja me propuso probar un patinete eléctrico era bastante escéptica. Pero no paraba de hablar de las posibilidades que nos ofrecía para los trayectos cortos que tengo que hacer en la ciudad, muchos de ellos con mi hijo pequeño. Pero lo cierto es que después de más de 1.000 kilómetros con el patinete eléctrico ha cambiado mi forma de moverme en el día a día.
No tengo carnet de conducir, así que mis desplazamientos eran a pie, o bien en transporte público o en coche ajeno, abusando de la buena voluntad de mi padre, para acercarme al logopeda cuatro tardes por semana con mi hijo pequeño. Y estaba claro que no podía depender constantemente de los demás.
The decision, patinete sí o no
Debo reconocer que no soy especialmente hábil ni coordinada. En mi vida había montado antes en patinete. Y tenía serias dudas sobre mi capacidad para mantener el equilibrio en una plataforma que veía ridículamente pequeña. La solución fue probar antes de comprar y encontramos un lugar donde los alquilaban. Tuvimos suerte y había una tienda que ofrecía este servicio en nuestra ciudad.
Además podíamos elegir entre dos modelos, un Xiaomi M365 Young edition (en Amazon), y un Egret-Ten. Elegimos el primero, puesto que nuestra idea era hacernos con uno similar, aunque la versión normal, algo más potente. El dependiente nos advirtió que con estos patines es fácil pinchar a poco que superes los 70 kilos. Mido 1,72 así que yo sola supero dicha cantidad, probarlo con el niño iba a ser un reto. El Egret era un patinete más enfocado a la movilidad urbana personal en el día a día, más resistente.
Fuimos a un parque con poca gente y abierto para empezar a probar. Y aquí fue cuando me enamoró. Arrancar era muy fácil y fue dar un par de veces de impulso con la pierna para coger velocidad, darle al acelerador eléctrico y esto se movía rápido y bien. ¡Y yo lo sabía conducir sin problemas! Cuando posteriormente lo compramos me sorprendió que la reacción de mucha gente fuese decir que no se veían capaces de llevarlo, amigas mías afirmaban que ellas con eso se mataban...
A pesar de lo que pueda parecer, mantener el equilibrio resulta realmente fácil
Ya solo era cuestión de coger confianza y probar cómo sería montando con mi hijo. La idea era montar con el peque y probar con él los dos o tres recorridos frecuentes que solemos hacer entre semana, al colegio, al logopeda y algún otro hasta el centro. Lo cierto es que tras un par de vueltas él se mostró encantado. Colocando bien los pies teníamos espacio, algo justo, pero cabíamos los dos.
Pero no duramos mucho, primero porque la batería empezó a desfallecer y tras recargar unas horas después pinchamos el neumático trasero, tal y como predijo el dependiente. Lo llevamos y aprovechamos para coger el otro patinete y comparar. Las diferencias eran notables, más potente, ruedas de 10" y con el motor en la trasera y una plataforma mucho más ancha que nos permitía ir al niño y a mí mucho más cómodos con los pies bien colocados. Un patinete más robusto que pesaba 17 kilos, demasiado para subirlo al autobús o a la consulta del logopeda cada tarde.
Pero también un precio superior, de alrededor de 1.500 euros, lo que invalidaba la elección de forma clara. No podíamos gastar tanto dinero en este vehículo, al menos de momento y sin tener del todo claro si íbamos a rentabilizarlo o solo sería un capricho pasajero. Hoy con más de 1.000 kilómetros realizados puedo decir que el patinete de Xiaomi es un sustituto perfecto para un segundo vehículo en nuestra familia.
Así ha cambiado mi vida el uso del patinete eléctrico
Vivo en una ciudad pequeña de unos 500.000 habitantes, donde el transporte público se reduce al autobús y su frecuencia de paso viene a ser en el mejor de los casos de 20 minutos de espera. Para estos desplazamientos, por horarios, se hacía inviable esperar el autobús... Pero la vuelta muchas veces era insufrible por las largas esperas y un niño pequeño muy impaciente que no tiene claro porqué no subimos a ese autobús que acaba de pasar.
El patinete lo uso unas tres o cuatro veces al día, sobre todo con mi hijo y algún desplazamiento extra yo sola. A la salida y entrada del colegio vamos con el tiempo muy justo para comer y continuar con las actividades de la tarde. El tiempo que ahorro con el patín nos permite estar un poco más tranquilos, comer con menos prisas, pero también independencia para desplazarnos y no depender del transporte público.
La autonomía de 30 kilómetros, algo menos en nuestro caso al aumentar el peso con dos personas, nos permite no depender de nadie para el día a día. La gran ventaja es que en nuestra ciudad existe una buena red de carril bici, donde está permitido circular con estos vehículos. Esto permite moverse muy rápido y sin compartir calzada con los automóviles ni la acera con los peatones.
Respecto a esta autonomía lo cierto es que para alcanzarla cuando el nivel de batería baja del 50% reduce bastante sus prestaciones para no penalizar en este aspecto. Tras casi un año después y más de 300 recargas la duración de la batería sigue más o menos como el primer día. Existe la posibilidad de desbloquear toda la potencia instalando un firmware más antiguo de Xiaomi, aunque en mi caso al realizar recorridos muy cortos no he llegado a instalarlo y prefiero recargar con más frecuencia.
Un inconveniente lo tiene con las pendientes pronunciadas. Es algo con lo que he aprendido a convivir y las dos o tres zonas de la ciudad donde tengo pendientes más pronunciadas, he aprendido a salvarlas con recorridos alternativos. En todo caso siempre podemos darle un impulso extra utilizando la pierna como en un patinete tradicional. Eso sí, si nos quedamos sin batería y queremos utilizarlo solo con el impulso de nuestra pierna resulta bastante incómodo, al ser más alto que un patinete tradicional y bastante más pesado. Lo desaconsejo totalmente a no ser que se esté en un estado físico excelente.
Al no ser muy pesado, 12,5 kilos, favorece la intermodalidad. Lo mismo puedo ir un trayecto en coche y me llevo el patinete para volver sola, que me evita tener que coger dos autobuses en los trayectos más largos, pudiendo planificar el viaje más largo tomando solo uno y realizando el resto del viaje con el patín. O bajar hasta el metro en patín, que está a unos 20 minutos andando de mi casa.
Para desplazarme al trabajo en el centro de la ciudad es la solución perfecta. Podría utilizar el sistema de bici pública, pero la gran diferencia es que con el patín no llegas sudando, por muy cuesta abajo que sea el trayecto en bici. No soy la única que lo piensa porque en todo este tiempo mucha gente me ha parado por la calle para preguntarme sobre el patín. Y la cuestión de llegar sudando al trabajo es recurrente.
Los inconvenientes del patinete eléctrico para moverte en la ciudad
Pero no todo son ventajas. Hay algunas cuestiones que son mejorables para utilizar un vehículo de movilidad personal eléctrico como éste. Por mucho que nos vendan la electricidad como una energía limpia, vivo en una isla, cuya principal fuente de producción eléctrica es una central de carbón. Y la gráfica de energía limpia en mi zona de la factura no miente. Podría cambiar de compañía y buscar una con mejor ratio.
También existe mucho desconocimiento de por donde pueden circular y no estos vehículos, tanto para los que los conducen como para el resto. Falta de regulación específica de los vehículos de movilidad personal PDF, muy poco desarrollada o enfocada hacia un uso lúdico, no como medio de transporte. En mi ciudad los patinetes eléctricos cuentan con una regulación municipal que les permite circular por carril bici y calles 30 o ciclocarriles.
No pueden circular por las aceras, aunque es habitual verlos por aquí. La diferencia por ejemplo con una bici que va por la acera es el sobresalto que se lleva el peatón cuando pasas a su lado. Siempre a una velocidad baja y con cuidado, si vas en bici no deja de asustarse, mientras que con el patín regulas muy bien la velocidad y puedes pasar prácticamente un poco más rápido. Además al estar a la misma altura y no ser muy voluminoso no suele suponer un problema. Veremos cuando sean mucho más populares, algo que poco a poco está ocurriendo.
No permite anclarlo en cualquier lado y esto puede ser un problema. Por ejemplo si quiero ir a la playa en patín luego tengo que dejarlo en la arena mientras me baño y no me siento del todo segura. Es cierto que la app de Xiaomi tiene una opción de bloqueo, con la que el patinete queda frenado y moverlo es muy complicado, pero nada nos impide levantarlo y llevárnoslo plegado. Si vas a comprar en una tienda lo puedes pasar contigo sin problemas, si vas al cine o al gimnasio ya es diferente.
Con el modelo que yo he elegido al ser las ruedas neumáticas, los pinchazos y reparaciones son un problema. Cambiar la cámara cuando pincha cuesta bastante. Nadie te va a quitar un mínimo de media hora o una hora sudando para completar el proceso. Además, al menos donde vivo, faltan mecánicos especializados, a pesar de existir ya un parque importante de estos vehículos.
Los repuestos tardan en llegar, ya que la mayoría hay que pedirlos a China. En mi caso acabé por poner ruedas macizas. Se evita quedarse tirada pero a cambio las vibraciones son más grandes, la velocidad se reduce un poco, así como la autonomía. Pero después de tres pinchazos en los cinco primeros meses era el paso lógico.
Accidentes y sustos en el patinete eléctrico
En todo este tiempo que llevo utilizando el patinete cada día he sufrido dos accidentes y muchos sustos. La primera caída fue por confiarme. Era de noche y no vi bien el bordillo que iba a subir, o más bien no vi el bache antes del bordillo. Al ser la rueda de 8,5" un bordillo algo elevado te obliga a parar y bajar del patín para salvarlo o corres el riesgo de quedarte encallada y salir despedida como me ocurrió a mi.
Respecto a los sustos la verdad es que aunque respetes las normas lo cierto es que hay dos problemas fundamentales. Los coches no te ven, algunos no quieren verte, cuando cruzas la calle por el carril bici y tienes preferencia. A pesar de que el patín tiene luz delantera y trasera no se trata de un problema de visibilidad, sino de que falta de costumbre. En el caso de los peatones, el patín es tan silencioso que no se oye, por lo que aquellos que cruzan el carril bici sin mirar se pueden llevar un buen susto.
La velocidad máxima de 25 km. por hora puede parecer poco, pero son muchos los conductores de patín con los que me cruzo que ya llevan casco. Aquí también la falta de regulación deja algunas lagunas. Si nos caemos a esta velocidad podemos hacernos daño. Mi segunda caída fue bajando la rampa del garaje, y me falló el freno trasero. El resultado fue un golpe fuerte y un par de semanas con capsulitis en tres dedos, las gafas por un lado y yo por otro. Afortunadamente no iba con mi hijo.
En este sentido el vacío legal en el que se mueven estos vehículos de movilidad personal no impone la obligación de llevar casco ni al conductor ni al niño, algo que si ocurre si van como pasajeros en la bicicleta. Tampoco está claro si por normativa podrían ir dos ocupantes o qué sistemas de sujeción debería llevar un menor. Por último, a pesar de ser un vehículo a motor, eléctrico en este caso, no hay obligación de tener seguro a terceros o pagar impuesto de circulación, al menos por el momento.
Además la frenada no es el fuerte de este modelo de patín. A pesar de disponer de freno trasero de disco y delantero de retención, que se puede ajustar a más fuerte o más débil desde la app de Xiaomi, la distancia media de frenado hasta parar son 4 metros.
Ventajas del patinete sobre la bici eléctrica
Visto lo mal que funciona el transporte público y que el coche o la moto no eran una opción para mi, había que elegir entre patín y bicicleta eléctrica. La cuestión fundamental era poder desplazarme con mi hijo y aquí el patinete, a pesar de ser más pequeño era lo más adecuado. Por edad ya no puede ir en una silla en la bici. Y aquí no estamos en Holanda donde llevan a los niños al colegio en las bicis de carga, que por otro lado son un poco trasto.
Además las bicis eléctricas no dejan de tener asistencia al pedaleo, que aunque reduce tu esfuerzo no dejas de dar pedales. Con el patín llegas al trabajo, te bajas lo pliegas y lo guardas debajo de tu mesa. Mejor que el coche porque no tienes que buscar aparcamiento y mejor que la bici porque no llegas sudando y tienes que pasar por el baño para refrescarte.
El tamaño del patín es una gran virtud. Cabe perfectamente en el maletero del coche, plegado lo puedo subir al autobús o metro y como he comentado antes si tengo que comprar algo lo paso sin problemas, incluso en el supermercado plegado.
Además elegir un modelo mainstream como el Xiaomi Mija 365M es que existe todo un ecosistema de accesorios que te hacen la vida más fácil, desde el manillar para cuando van niños, un gancho para colgar la mochila o incluso un asiento si lo deseas.
Por último hay que tener en cuenta los costes de una bicicleta eléctrica, bastante más elevados que el patinete. En mi caso esta es una cuestión definitiva. En un par de años puede que mi hijo haya crecido tanto que ya no sea viable que los dos vayamos en el mismo patín. Amortizarlo en un año o dos era el objetivo, por lo que no podíamos pasarnos en la inversión realizada.
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La noticia 1.000 kilómetros con un patinete eléctrico: así ha cambiado mi movilidad en la ciudad fue publicada originalmente en Xataka por Catalina Pol .
Gracias a Catalina Pol
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