Si hay algo que ha cambiado muchísimo, pero muchísimo en los últimos años, es el diseño de los móviles. Muy lejos quedan aquellos dispositivos hechos de plástico, con tapas extraíbles, tactos poco premium y seamos claros, algo feos. Miremos el mercado actual. Dejando de lado los notches, agujeros en pantalla y demás elementos que rompen la simetría del frontal, es innegable que los diseños y materiales han evolucionado, haciéndose más premium, más bonitos y más cuidados.
Hay móviles hechos de cerámica, acabados en aluminio y terminados en cristal, incluso en la gama media, que se dice pronto. Porque no solo de especificaciones vive un móvil, sino que un diseño bonito también juega su papel en la mente del consumidor a la hora de elegir un producto. Y a pesar de todo, a pesar de que las marcas se han esmerado en mejorar los diseños y darle a los móviles la presencia que se merecen, hay usuarios que siguen usando fundas de libro. De locos.
Todo mal
Las fundas de tipo libro las puso de moda Samsung con los Galaxy Note, por eso de que eran del tamaño de un libro de bolsillo. Estas fundas son, digamos, especiales, porque son magnéticas y las más nuevas (hablamos desde hace unos años hasta ahora) son también interactivas. Muestran el icono de WhatsApp cuando recibimos un mensaje usando unos pequeños LED, avisan de las llamadas, etc. Vale, esas las acepto porque dentro de lo que hay pueden ser útiles, ¿pero las mundanas?
Compro el argumento de que protegen la pantalla, pero a medias. Para que protejan por completo la pantalla tienen que estar imantadas de alguna forma, para que si el teléfono se cae la funda no se abra y deje la pantalla lista para reventarse contra el asfalto. Una funda de libro que solo tapa la pantalla puede proteger, y tampoco del todo, cuando está en el bolsillo, pero si se cae entra en juego la Ley de Murphy y ahí no hay funda que valga.
Y ahora que hablamos del bolsillo. Como las fundas de libro genéricas pueden no estar imantadas, cuando llevamos el móvil en el bolsillo es probable que la tapa no esté en contacto total con la pantalla, de forma que pueden entrar pizcos u objetos extraños. ¿Y qué pasa cuando hay pizcos más grandes de la cuenta entre la pantalla y una funda que no deja de menearse contra ella? Exacto, microabrasiones, esos arañazos que no se ven a simple vista pero, ¡ay, cuando pones la pantalla a contraluz!
¿Cómo solucionan esto algunos fabricantes? Con un botón o una pestañita imantada que se cierra como si fuera una cartera. O sea, no tenemos bastante con esconder por completo el diseño del teléfono y no poder disfrutar de los materiales premium, que encima añadimos un paso más para abrir la funda y no se nos ocurre nada mejor que un botón pegado a una pestañita que posiblemente acabe deteriorándose por llevarla en el bolsillo.
Porque esa es otra. Si tienes una funda inteligente (que suelen ser las oficiales y las más caras) puedes ver quién te llama o si has recibido una notificación (en algunos móviles), pero con una funda de libro convencional nada, cero patatero. ¿Te llaman? Sacas tu móvil, abres la tapita, ves quien te llama y hablas. ¿Recibes un WhatsApp? Sacas el móvil, abres la tapita, la pones detrás y la intentas sujetar con la mano para que no moleste, y escribes.
¿Y echar fotos? Oh Dios, eso sí que es maravilloso. Las fundas de libro tienen un hueco para dejar la cámara al descubierto, pero claro, si quieres echar una foto y ver lo que estás fotografiando, hay que abrir la tapa, pero no la vayas a poner detrás, ¡porque entonces la funda tapa las lentes! ¿Qué queda? Coger el móvil con una mano y sujetar la tapa con la otra, como si usáramos un plegable o una tablet. La comodidad elevada a su máxima potencia.
Pues se venden. A pesar de ser poco prácticas, se venden. Si echamos un vistazo al listado "Carcasas y fundas para móviles más vendidas" de Amazon, veremos que no aparecen y que las más vendidas son las transparentes (que también tienen tela marinera). Hay que irse al listado de "Fundas calcetín más vendidas" para encontrarlas, y vaya, la segunda más vendida es una funda de libro, ¡con su pestañita imantada y todo! No es hasta la octava y decimosegunda posición que encontramos una funda de calcetín de verdad.
En pocas palabras, las fundas de libro son, por lo general, poco prácticas, protegen más bien poco si no están imantadas, empeoran la usabilidad y, para colmo, dejan el trabajo de diseño de los fabricantes de smartphones relegado a un segundo plano. Pero hay alternativas, como una funda de silicona y un buen cristal templado, porque ni todas las fundas de silicona son buenas ni todos los cristales protectores son cristales templados. A efectos prácticos cumplen la misma función y son elementos más ergonómicos.
Por qué las usan los que las usan
Lo cierto es que es algo que, para bien o para mal, no me sorprende. Los móviles son productos caros y, dado que están hechos de cerámica, aluminio o cristal, susceptibles de romperse a la más mínima caída. Porque por mucho Gorilla Glass que haya, un choque contra una losa de cemento en la calle es un choque contra una losa de cemento, y las protecciones como esta ayudan a minimizar los daños, pero no son de Adamatium. Y de esto yo sé un rato, porque seguramente sea la única persona del mundo que ha doblado su móvil por la mitad (sin querer) usando un sofá cama, pero eso lo dejamos para otro sábado.
El caso es que hay cierto miedo a que el móvil se rompa, y ya se sabe, "es que arreglar la pantalla del móvil es más caro que comprarse un nuevo", como suele decirse. Hay un dato que podemos usar para salir de dudas, y es el iPhone 11 Pro, móvil que servidor usa como teléfono personal. Su precio es de 1.159 euros y arreglarle la pantalla son 311 euros. Súmale 591 euros en caso de que se rompa la trasera, algo bastante probable en caso de que se caiga desde una altura prudencial. 902 euros en total. No es más caro que el móvil, pero se acerca.
Sea como fuere, he contactado con algunos usuarios de estas fundas para que me cuenten por qué las usan, si les parecen incómodas y si no les importa sacrificar diseño y usabilidad a cambio de llevar la pantalla "protegida". Primero lo intenté con los compañeros de Webedia y solo Juanky me ha contado que las ha usado, pero se ve que los demás o no las usan o no están dispuestos a reconocer que las usan. Démosle el beneficio de la duda. Luego lo intenté con otras personas y he aquí lo que me han contado.
Antonia, de 52 años, usa una funda oficial de Samsung en un Samsung Galaxy S9. Se la compró junto al teléfono "porque como el teléfono siempre lo llevo en el bolso, la mejor manera de proteger la pantalla es comprar una funda de libro, y como Samsung tiene las suyas propias, que además son inteligentes y bonitas, pues me la compré".
Afirma que "para como yo uso el teléfono sí me resulta cómoda, porque cuando estoy en la oficina lo tengo encima de la mesa abierto, así que no es necesario que esté abriéndola y cerrándola". De hecho, sigue, "tengo otro teléfono para el trabajo sin funda y no uso uno mejor que otro porque uno tenga funda y el otro no, no me causa inconveniente". Lo mismo dice de cuando va por la calle: "no suelo ir usando el teléfono, así que no me molesta".
Tampoco le molesta al hacer fotos porque "uso siempre el teléfono con dos manos, sea para echar fotos o para escribir un WhatsApp, y la mano izquierda siempre la uso para apoyar el teléfono y la derecha para escribir, así que con la izquierda sujeto la funda". Ahora bien, añade que "solo me gustan las de Samsung y las que hacen las marcas, pero las genéricas que hay en otras tiendas no, porque las oficiales no añaden volumen al móvil y las otras sí". Concluye, afirmando que "lo que me parece una barbaridad es comprarse un móvil de mil euros y llevarlo en el bolso sin funda ni protección".
Juanky, compañero de Xataka, nos cuenta que ha estado usando una funda de libro en su Samsung Galaxy S7 edge desde hace tres años y hasta hace diez días, cuando se deshizo de ella. "Aunque el diseño me gustaba, me daba miedo de que se cayera y se rompiera, y al poco tiempo me quedé con la oficial de tipo libro de Samsung, porque me pareció que es la mejor lo protegía".
Explica que la funda cubre la parte trasera de cristal y la pantalla y que, además, "tenía unos marcos de plástico que protegían muy bien las esquinas, porque eran de un policarbonato muy rígido y absorbían mejor los impactos que las fundas más sencillas. No me gustaba tener el móvil encerrado en una funda así, porque no disfrutas del diseño, pero tenía la ventaja de lo que protegía muy bien". Juanky no suele hacer fotos con el móvil, así que tampoco es que le haya molestado mucho la funda en este sentido.
Una de las ventajas que más ha aprovechado es que la funda podía convertir el móvil en un atril. "Cuando me lavaba los dientes, ponía el teléfono inclinado en una baldita bajo el espejo y podía ver vídeos", afirma. "También la usaba mucho mientras cocinaba, y es algo que con una funda convencional no puedes hacer", concluye.
Ahora que el móvil tiene tres años no tiene tanto miedo a que se le rompa, porque tiene pensado renovarlo próximamente, así que no tiene pensado ponerle una funda nueva. "La funda ha cumplido su trabajo durante este año, y lo ha hecho bien", sentencia. Ahora bien, reconoce que este tipo de fundas aumentan el grosor del móvil "unos cuatro milímetros, que es bastante en un dispositivo tan fino", y que no permiten disfrutar del diseño del smartphone.
Jose, de 55, por su parte, tiene una funda de libro que usa en un Xiaomi Mi 9. Nos cuenta que lleva usando estas fundas desde hace cuatro años, "cuando me regalaron un Motorola". Su motivo, afirma, es que "protege la pantalla, porque lo meta donde lo meta, sea una bolsa o en el bolsillo, sé que nada va a rozar la pantalla". Cuenta también que "cuando se me cae, aunque se puede abrir la tapa, lo más normal es que caiga cerrado".
Afirma que no le parece incómoda para escribir "porque se pliega completamente y se pone detrás del móvil, aunque para hacer fotos sí que lo es". También la usa para poner el móvil sobre una mesa ligeramente tumbado para ver vídeos. Con todo, reconoce que "todas" le parecen "feas, mucho, y quizá por muy bonito que sea el móvil, la funda lo reduce a su mínima expresión", aunque no podría ir sin una funda, porque siente que el móvil sería "muy vulnerable a cualquier cosa".
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La noticia Fundas de libro para móviles y la delgada línea que separa la seguridad del buen gusto fue publicada originalmente en Xataka por Jose García .
Gracias a Jose García
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