'Code 8' se ha convertido en la gran sorpresa del momento en Netflix. Después de un arrollador paso por las listas de los más vistos en Estados Unidos, llega a España, donde también está convirtiéndose, sin apenas promoción por parte de la plataforma (por ejemplo, no la publicitaron en sus avances de la programación de abril) en una de las películas más vistas. ¿Su secreto? Su modestia y sencillez, pero a la vez su propuesta, que plantea una alternativa a la épica planetaria supeheroica a la que nos ha acostumbrado Marvel.
Nos movemos a un futuro descrito con pinceladas certeras (y unos títulos de crédito que rebosan información) y donde las personas con poderes son la norma. Poderes clásicos similares a los de los mutantes de Marvel: invulnerabilidad, electricidad, telequinesis, piroquinesis, curación... códigos que todos conocemos y que 'Code 8' usa para no detenerse más de la cuenta en la descripción de un mundo en el que el espectador se zambulle de golpe gracias a que el material oscila continuamente entre los préstamos de distopías similares y cierta originalidad en el enfoque.
Nuestro protagonista es Connor, un joven que a duras penas se gana la vida usando sus poderes de forma ilegal en el sector de la construcción, contratado por empresarios sin escrúpulos. Cuando se le presenta la posibilidad de emplear sus poderes en un atraco, no duda debido a que su madre está gravemente enferma y no tiene dinero para cuidarla. Un submundo de poderes no declarados y la suspicacia de la ley y de los humanos sin poderes marcará un descenso por una espiral de violencia que se suma a la imposibilidad de integrarse en una vida normal.
Los nuevos mutantes
El origen de 'Code 8' está en un corto producido por los primos Robbie Amell (al que veremos en la imninente 'Upload', de próximo estreno en Amazon prime Video) y Stephen Amell (protagonista de 'Arrow') en 2016. Con él como carta de presentación intentaron financiar un largometraje ambientado en el mismo mundo a través de la plataforma de crowdfunding Indiegogo. El éxito fue considerable, y consiguieron, gracias a la aportación de unos 30.000 mecenas, tres millones y medio de dólares.
El corto estaba protagonizado por el Amell menos famoso, y se centraba más en el drama del protagonista con poderes que en los toques de thriller que acabó adquiriendo la película. En el corto, el mensaje de crítica social es más obvio, directo y pesimista, aunque en la película gana algunos matices. La clave está en la secuencia de los créditos iniciales, donde se nos explica la relación de la sociedad con la gente con poderes a quienes teme y odia.
Según esos créditos, excelentemente montados con un estilo de falso noticiero y elementos documentales, la gente con poderes (cuya existencia se conoce desde la Segunda Guerra Mundial) ayudó a levantar la industria del país gracias a sus habilidades. Pero cuando la tecnología se hizo más relevante, perdieron importancia y empezaron a ser marginados. Además, aparece una droga llamada Psyke que se extrae de sus espinas dorsales. Ahora están obligados a registrar sus poderes (una idea mejor explotada en 'Los Increíbles 2') y sufren el abuso policial y la suspicacia de sus semejantes.
Es decir, es obvia la referencia a la inmigración ilegal, al empleo de la sociedad blanca y pudiente estadounidense de mano de obra barata y entregada, a la que luego se culpabiliza y aboca a la delincuencia (incluso como proporcionadores de narcóticos ilegales). En ese sentido, y aunque la metáfora es sencilla y no se esconde en ningún momento, funciona porque no hay excesivos subrayados. Y además, no es imprescindible descifrarla para disfrutar de un buen thriller superheroico.
Acción modesta pero contundente
Esa parte de acción con poderes se sustenta en unas pocas y muy modestas escenas de atracos que funcionan especialmente bien gracias a la entrega y solemnidad con la que se toman sus papeles los primos Amell. No hay exceso de pirotecnia ni violencia, pero sí un par de secuencias donde se saca buen partido de las posibilidades homicidas de poderes tan sencillos de visualizar como el eléctrico o la telequinesis.
Además, 'Code 8' demuestra muy buen gusto a la hora de plasmar en pantalla sus elementos más estrictamente de ciencia-ficción: los drones gigantes que sobrevuelan la ciudad y vigilan a los "empoderados", que es el nombre que reciben estos nuevos mutantes. Y también los "Guardianes", policías robóticos de movimientos amenazadores y coronados por una de las visiones más aterradoras de la película: un casco con un solo ojo que les da aspecto de vigilantes ciclópeos. Sin estridencias plantea un mundo futuro oscuro pero muy creíble, y que asienta con firmeza sus raíces en la actualidad.
Quizás cabría achacar a la película que en ciertas ocasiones es demasiado seria para su propio bien, sobre todo siendo tan radical en su planteamiento (casi todos los empoderados son víctimas o personajes positivos, y a la inversa: todos los normales son villanos o tienen un trasfondo vinculado a los empoderados). Los momentos de drama de alto voltaje, como todo lo que rodea a la grave enfermedad de la madre se siente también como un elemento algo manido, hasta el punto de parecer un mero motor narrativo para justificar las acciones del protagonista.
Pero su éxito sorpresa en Netflix tiene todo el sentido del mundo: modesta y directa, 'Codigo 8' propone formas distintas de disfrutar los superhéroes, puliéndoles toda la épica y devolviéndolos a su punto de partida, donde germinaron mitos del cómic como Superman o Spider-Man. Es decir, como 'Código 8', fantasías de poder para los oprimidos y los desfavorecidos.
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La noticia 'Code 8': una modesta mezcla de thriller y ciencia-ficción superheroica que está siendo el éxito sorpresa del momento en Netflix fue publicada originalmente en Xataka por John Tones .
Gracias a John Tones
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