Hace 8.000 años, 3.000 antes de la invención del primer retrete, ya teníamos parásitos intestinales. Esas son las conclusiones básicas de un equipo dirigido por Piers Mitchell, profesor de la Universidad de Cambridge y uno de los mayores expertos del mundo en coprolitos humanos; es decir, en excrementos fosilizados.
No es una extraña parafilia, no. Pocas cosas dicen tanto de nosotros mismos como nuestras deposiciones. De hecho, cuando se encontraron cuatro coprolitos en uno de los muladares de Çatalhöyük lo primero que les vino a la mente a Mitchell y su equipo no fueron los parásitos, fue la posibilidad de ver uno de los cambios más importantes de la historia de la humanidad.
Somos lo que defecamos
Porque tenemos coprolitos de una edad similar en África o América, lo que no teníamos eran deposiciones fosilizadas del comienzo del Neolítico. El hallazgo de Çatalhöyük, al sur de la Anatolia, hizo saltar todas las alarmas: se trata del conjunto urbano más grande y mejor conservado de la época neolítica y la transición a la edad de los metales.
En Çatalhöyük, vivieron hasta cuatro mil personas a base de una agricultura muy primitiva. Las heces que se encontraran allí, comparadas con las encontradas en otros yacimientos paleolíticos, nos permitirían entender cómo cambiamos fijándonos en cómo cambiaron nuestras enfermedades.
Una vez que el equipo encontró pruebas que confirmaban que los coprolitos eran humanos (gracias a los esteroles y ácidos biliares), el equipo se centró en los parásitos. Fue entonces cuando, entre los restos de una dieta omnívora y rica ya en vegetales, encontraron los huevos de lombriz. "Fue un momento especial para identificar los huevos del parásito con más de 8.000 años de antigüedad", explicaba Evilena Anastasiou, coautora del estudio.
Eran huevos de Trichuris trichiura o tricocéfalo, unos gusanos que alcanzan entre 30 y 50 milímetros de longitud y viven adheridos al intestino grueso donde pueden poner llegar a poner más de 5.000 huevos al día. Pero la clave de esto es que es una enfermedad humana: no sólo estábamos viendo un parásito de 8.000 años de edad, estábamos viendo un parásito que había evolucionado con nosotros: reflejan, como explican los investigadores, el gran cambio que vivimos los seres humanos. Y todo eso en una... un coprolito.
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La noticia Una cagada de 8.000 años: uno de los mayores cambios de la humanidad visto a través de las heces fue publicada originalmente en Xataka por Javier Jiménez .
Gracias a Javier Jiménez
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