Neill Blomkamp es un director sudafricano de cine de ciencia ficción que ahora anda liado produciendo cortos para Steam y ayudándose con campañas de crowdfunding, pero hace años que se dio a conocer entre el fandom con una trilogía de cortos no-oficiales sobre el videojuego Halo.
Apadrinado por Peter Jackson, pudo dar el salto al largometraje en 2009 con la refrescante cinta 'Distrito 9', sobre el apartheid al que se somete a una población alien refugiada en los poblados de chabolas de Johannesburgo.
Su siguiente película, 'Elysium' (2013), retomaba la temática apartheid, pero esta vez sanitario y ejercido entre humanos (y con resultado irregular). Y entonces, en 2015, llegó 'Chappie'. Con 'Chappie', Blomkamp retornaba a su Johannesburgo natal y volvía a analizar la convivencia de la Humanidad con el Otro (papel que aquí ya ocupaban los alienígenas insectiformes, sino unos robots policía).
¿De qué va 'Chappie'?
Esta película nos presenta un futuro cercano (2016, un año después del estreno) en el que, a causa del desmesurado volumen de crímenes violentos sufridos en la ciudad, el Departamento de Policía de Johannesburgo decide poner en marcha un innovador proyecto de robotización: un modelo de robot dotado de IA llamado 'Scout' empezará a patrullar las calles actuando como apoyo de una plantilla reducida de agentes humanos.
La iniciativa resulta ser un éxito sin paliativos. Y tras poner esas bases argumentales, los primeros minutos de la película nos presentan a los 4 personajes que pondrán en marcha la trama en sí:
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Deon Wilson: Ingeniero de la corporación Tetrasvaal, inventor de los 'scouts', geek de habilidades sociales reducidas (cómo no) y ante todo, una persona con un sueño: crear la primera IA autoconsciente.
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Vincent Moore: También ingeniero de Tetrasvaal, pero ahí se acaban los parecidos con Deon. Moore, un ex-soldado, muestra una actitud de escepticismo, cuando no de abierto desprecio, frente a la IA. El motivo reside en que el éxito de los scouts ha supuesto la marginación de su proyecto El Mulo, un mega-robot manejado por un operador humano gracias a un casco neurotransmisor.
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Ninja y Yo-Landi: No te extrañes si te suenan estos nombres, pues en un curioso ejercicio de metaficción, los integrantes del popular dúo musical sudafricano Die Antwoord participan en 'Chappie' convertidos -además de en responsables de la banda sonora- en delincuentes obsesionados por encontrar el modo de que los 'scouts' no les chafen sus planes para realizar el atraco que les permitirá retirarse (y, de paso, no morir a manos del jefe de una banda).
Resumiendo mucho: Deon consigue dar con la clave para crear su revolucionaria IA pero, ante el absoluto desinterés de su compañía por la idea, decide llevarse a su casa un 'scout' que estaba destinado al desguace y la llave maestra que permite actualizar estos robots sin miedo a que sean hackeados.
¿Su objetivo? 'Dar a luz' por sí mismo al primer robot consciente. Pero en su camino se cruzan Ninja y Yo-Landi, que lo secuestran para que les proporcione un (inexistente) 'mando a distancia' para apagar robots.
Así que, en parte para evitar que le maten, y en parte porque la curiosidad puede con él. Deon accede a 'dar en adopción' a su creación a estos particulares y problemáticos personajes.
Lo cierto es que en esta parte de la película se percibe una cierta desidia de los guionistas para justificar algunos de los pasos de la trama (casi tanta como la que demuestra Tetrasvaal a la hora de proteger su llave maestra... terminas la película deseando que le metan un multazo a esa compañía).
Pero, eh, hagamos la vista gorda, que lo que viene después está mejor.
"Yo soy Chappie"
Deon avisa que al nuevo robot que 'nazca' tras su actualización habrá que enseñarle "todo". Efectivamente, éste nace sin más capacidades que aquellas que le provee su antiguo software: capacidad de visión, audición, movimiento y habla (que no lenguaje). No sabe qué tiene ante él ni cuál es su relación con él.
En adelante, durante la siguiente hora de película, Chappie (así le bautiza Yo-Landi) aprenderá cuál es su lugar en el mundo y qué puede esperar de quiénes le rodean exactamente igual que lo haría un niño... aunque en versión acelerada.
Recurrirá a la imitación de los gestos de los demás, mostrará miedo ante el peligro y horas más tarde le surgirán las primeras dudas sobre la moralidad de aquello que las personas de tu entorno ('Mami', 'Papi' y 'Creador') le piden que haga.
De hecho, precisamente uno de los motores de la trama es el choque entre las diferentes moralidades inculcadas en Chappie por estos personajes (Ninja nunca deja de intentar convertirle en una máquina criminal, Yo-Landi termina dejándose llevar por el instinto maternal y Deon procura que ninguno de los dos limite el potencial de su criatura).
El otro gran motor de la trama es el miedo a la muerte: la batería de Chappie tiene los días contados, y su 'consciencia' no sobreviviría a un apagado. Su lastimero "Pero eres mi creador, ¿por qué me has creado para morir?" resuena increíblemente humano en los oídos del espectador.
"Chappie puede hacerlo"
No vamos a seguir relatando lo que ocurre en los muy movidos últimos tres cuartos de hora de película. Nos basta saber que, una vez alcanzada la madurez en sus últimas horas de vida (batería), Chappie adopta un enfoque que podríamos llamar 'transhumano' (¿trans-robótico?) y centra sus esfuerzos, ayudado por esa gran fuente de conocimientos que es Internet, en desentrañar dos misterios:
- "¿Qué es la consciencia?"
- "¿Cómo se puede mover?"
Lo radical de este enfoque es que Chappie no sólo transciende su condición de ser creado, alcanzando un estatus de (auto)creador, sino que resuelve un problema que no le afecta únicamente a él, ni a los robots, sino a todos los seres conscientes.
Si entendemos que el Chappie que hemos visto durante media película representa una 'inteligencia artificial fuerte', por oposición a la 'débil' representada por los scouts, podemos afirmar que lo que vemos al final de la película es un ejemplo de superinteligencia artificial lograda a través de la automejora recursiva.
Es decir, que en medio de los tiros, persecuciones y hackeos de la película, hemos asistido sin darnos cuenta al emerger de la Singularidad, pero no nos hemos dado cuenta porque el resultado no se parece en nada a Skynet: su protagonista es simpático y busca el bien para los humanos (al menos, para algunos). 'Chappie' tiene, sin duda, una clara faceta tecno-optimista.
Pero hay quien cree que, desde el mismo momento en que Deon dota de conciencia a Chappie, no estamos ya ante una IA. "[Lo que vemos en 'Chappie'] no es lo que comúnmente conocemos como inteligencia artificial", explica Wolfgang Fink, investigador de la Universidad de Arizona y el Instituto de Tecnología de California.
"La IA se basa exclusivamente en reglas, lo que significa que una máquina se encuentra con una situación y reacciona de cierta manera. En el caso de Chappie, tiene la capacidad de aprender y auto modificarse".
"A diferencia de los robots policiales, Chappie no se rige por un conjunto específico de reglas según las cuales tiene que actuar. Los seres humanos no tienen leyes matemáticas en nuestras cabezas. Nosotros pensamos. Utilizamos el razonamiento deductivo, que es la base de la verdadera autonomía.
Chappie tiene un impulso autosuficiente. Él no quiere morir. Se llama a sí mismo Chappie. Ahí es donde tenemos que el gran salto hacia la autoconciencia".
La Tabla Rasa
El modo en que la IA de Chappie se va volviendo poco a poco más compleja se ve reflejado en la película a través de todo tipo de detalles, incluyendo las imágenes que vemos del punto de visto del propio Chappie. Chris Harvey, el supervisor de efectos visuales de la película, lo explica
"Tratamos de contar parte de la historia de Chappie a través de tomas de POV. Tenemos tres clases de POVs. Los POV de los scouts y del Mulo son similares en sus diseños, con barras de menú estáticas y marcadores de seguimiento. El POV de Chappie evoluciona a lo largo de la película".
"Hay una ventana a la derecha [de la interfaz] que está en constante crecimiento. Es como si estuviera escribiendo un nuevo código, escribiendo recuerdos, escribiendo pensamientos mientras ve e interpreta el mundo. Está escribiendo constantemente su propio código nuevo, y luego, a la izquierda de la interfaz, integramos una nube de texto".
"A lo largo de la película, continúa agregándole palabras, llenando su nube de texto con las cosas que son importantes para él. Las palabras que terminan siendo más importantes para él, como 'Mami', se vuelven bastante grandes".
Durante mucho tiempo, los filósofos defendieron la tesis conocida como "Tabla rasa", que sostiene que todo individuo nace con la mente 'vacía', desprovista de cualidades innatas, de modo que todos los conocimientos y habilidades que termina mostrando a lo largo de su desarrollo resultan ser fruto del aprendizaje, a través de sus experiencias y sus percepciones sensoriales.
La referencia parece obvia si leemos al propio Blomkamp, quien sostiene que el eje central de su película no es la IA, sino el modo en que escribimos sobre esa tabla:
"'Ex Machina' iba sobre IA, pero 'Chappie' no va sobre eso, su objetivo es hacer preguntas sobre lo que significa ser sensible"
"Para mí, el tema de la película gira en torno a coger un pizarra en blanco, limpia y sin corromper, y ponerla en un mundo hostil y caótico que quiera quitarte cosas, engañarte y manipularte".
Por cierto, el director está convencido de que el público no entendió nada de esto.
Imágenes | 'Chappie', de Media Rights Capital
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La noticia Inteligencia artificial en 'Chappie': la autoconsciencia robótica como 'tabula rasa' fue publicada originalmente en Xataka por Marcos Merino .
Gracias a Marcos Merino
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