De repente, el salón de casa, donde se relajaban con películas y se distraían con juegos de mesa, es una oficina y un patio de colegio a la vez. El calendario marca un 16 de marzo para la Historia y Pilar, empleada del Banco Santander en Ceuta, estrena teletrabajo con Andrés, Aurora y Malva, sus hijos de ocho, seis, y dos años, en casa. Clientes y niños la acosan; lo digital, a un lado, lo terriblemente físico - ¡mamá! ¡mamá! ¡¡¡mamá!!!-, al otro, y ella, sola en ese fuego cruzado, se desespera. Nacho, su marido, es trabajador esencial y pasa buena parte del día fuera de casa.
Pilar y Nacho buscan una solución, porque a ella le resulta imposible teletrabajar y atender a los tres pequeños a la vez. Pero ¿qué hacer? Colegios y guarderías están cerrados y no pueden contratar a alguien que vaya a casa a cuidarlos. Finalmente, optan por la solución tecnológica: compran dos tabletas electrónicas para los dos mayores y una consola para los tres. Con eso y la televisión, Pilar pudo, mal que bien, seguir trabajando mientras duró la cuarentena.
Muchas familias como la de Pilar y Nacho se han tenido que enfrentar a situaciones parecidas con el cierre de colegios y oficinas a causa de la cuarentena nacional obligatoria provocada por la pandemia de coronavirus, y las han resuelto de forma similar. Según un estudio de la plataforma de control parental Qustodio, sólo durante la primera semana de confinamiento el consumo de internet de los menores españoles aumentó en un 180%, y para abril de 2020, otro informe de esta misma empresa señalaba que los niños de nuestro país pasaban entre ocho y diez horas más conectados al día que antes de la declaración del estado de alarma.
Y esa solución de circunstancias, como tantas otras que se han tomado a raíz de la pandemia, puede tener ahora consecuencias negativas para los pequeños. “Debemos tener en cuenta que las pantallas son adictivas y, en consecuencia, pueden provocar en los niños irritabilidad, nerviosismo, trastornos de ansiedad, depresión, alteración del sueño, peor rendimiento académico, inapetencia por las actividades físicas y aislamiento”, explica a Xataka María Guerrero, psicóloga infantil de Qustodio.
Consecuencias que los padres ya han empezado a percibir. “Están mucho más nerviosos que antes. Cualquier cosa que sea intentar reducir la exposición a los dispositivos les enfada. Además, están menos dispuestos a hacer actividades analógicas, prefieren escribir diez páginas a Word que un folio a mano. Y también ponen la tecnología como límite. Antes, cuando los quería llevar a jugar al baloncesto, venían sin problemas. Ahora la respuesta es ‘no, papá, dos partidas más y vamos’. Yo les digo que de eso nada, y se resisten”, explica Nacho.
“¿Por qué antes sí y ahora no?”
La pregunta que más repite Lucas, de cinco años, a su madre, Lucía, es “¿por qué antes sí y ahora no?”. Ella, vecina de la localidad toledana de Illescas, también recurrió a la tecnología durante la cuarentena para que el pequeño Lucas y su hermana Lola, de dos años, estuviesen distraídos y la dejasen hacer las tareas domésticas. Su marido, al igual que Nacho, es trabajador esencial y con jornada partida, por lo que tampoco podía ayudarla durante la mayor parte del día.
“Yo no estoy muy a favor de las tablets para niños tan pequeños, pero llegó un momento en el que no quedó más remedio y se la acabas dando, porque necesitaba que estuviesen entretenidos para que me dejasen hacer las cosas de la casa”, explica Lucía.
Con la llegada de la nueva normalidad, ambas familias intentaron reducir el número de horas que los pequeños pasaban delante de las pantallas, pero de momento no están teniendo demasiado éxito. “Yo trato de llevarlos al campo, a la montaña o a la playa, actividades que antes de la pandemia no hacíamos tanto. Solíamos jugar más a juegos de mesa en familia, pero ahora intento que estén lejos de los dispositivos móviles, porque si están en casa saben que está ahí y te lo piden. Si por ellos fuera, no saldrían, no tienen necesidad alguna de relacionarse con el entorno, con la tablet les es suficiente”, afirma Nacho.
Lucía, por su parte, también trata de distraer a Lola y Lucas para mantenerlos lejos de los dispositivos móviles saliendo a jugar a la calle, animándolos a que usen juguetes y tratando de razonar con ellos. Con él lo ha conseguido a medias, y ya sólo le permite usar su tablet los fines de semana, pero con ella, de dos años, la negociación es más complicada.
“La pequeña es la que más guerra da, porque con el mayor he conseguido que entienda que con la vuelta al colegio y la rutina, sólo puede coger la tablet sábados y domingos, aunque a veces pecas y se la dejas entresemana. Pero con Lola no se puede razonar, porque sólo tiene dos años y, además, está mucho más apegada a ella”, explica Lucía.
La vuelta a las clases en el caso de los mayores, y a la guardería en el de los pequeños, está siendo de mucha ayuda para que estos padres consigan reducir la exposición a pantallas de sus hijos. Tanto Nacho como Lucía señalan que los pequeños se distraen más y piensan menos en los dispositivos que cuando pasaban todo el día encerrados, aunque cuando vuelven a casa acaban pidiendo la tablet tarde o temprano.
Razonar con los niños
Para tratar de volver a un uso moderado de la tecnología por parte de los niños, la psicóloga infantil Leticia Ballesteros señala que es fundamental hacerlo siempre desde el diálogo y nunca mediante la imposición, porque al hablarlo con ellos no se sentirán forzados y será más fácil que colaboren.
“Lo ideal sería llegar a un acuerdo en el que ambas partes se sientan satisfechas, y poco a poco ir modificando los criterios del acuerdo mediante la introducción de actividades apetecibles y momentos de calidad en familia”, explica. Y para casos como el de Lola, niños tan pequeños que no sirve el diálogo, recomienda invitarles a colaborar en las tareas del hogar y en su reparto, para alejarles de las pantallas con actividades en las que se sientan útiles y, por lo tanto, sea más fácil que quieran participar.
María Guerrero, por su parte, señala que el uso de herramientas de control parental también ayuda a los padres a lidiar con estas situaciones, ya que las aplicaciones de esta naturaleza establecen límites sin que los niños los relacionen directamente con sus progenitores, lo que ahorra discusiones y rabietas.
“Con los límites, lo que ocurre muchas veces es que se dan batallas diarias, los padres tienen que discutir cada día con sus hijos sobre el uso de los dispositivos, y eso desgasta mucho su relación. Con estas aplicaciones eso no ocurre”, explica.
La psicóloga infantil de Qustodio también subraya que, a la hora de reducir la exposición a pantallas de los niños, madres y padres deben ser un buen modelo de conducta. Los progenitores deben predicar con el ejemplo y, en la medida de lo posible, no usar dispositivos móviles más allá de lo estrictamente necesario. “No podemos pedir a nuestros hijos que hagan cosas que nosotros no estamos haciendo”, afirma.
La sombra de un nuevo confinamiento
Tanto Nacho como Lucía, junto a sus parejas, están intentando reducir la exposición a pantallas de sus hijos desde que entró en vigor la nueva normalidad. Pero ambos confiesan que, de darse un nuevo confinamiento como el que ya se ha decretado en Madrid y otras zonas de España, todo el esfuerzo caería en saco roto y tendrían que volver a tirar de las tablets para mantener a sus hijos entretenidos mientras realizan sus labores cotidianas.
Pilar, de hecho, ante la incertidumbre de no saber qué pasaría finalmente con el nuevo curso académico y la mala experiencia de la primera cuarentena, optó por pedir una excedencia hasta el próximo verano para poder hacerse cargo de sus hijos a tiempo completo. “Si esta situación se alarga más allá del verano de 2021 sería un problema grande, porque no tenemos un plan. Si se prolonga más, no nos podemos permitir que mi mujer siga de excedencia”, explica Nacho.
María Guerrero admite que las situaciones de confinamiento son muy complejas y es difícil pedirles a los padres que no hagan uso de pantallas. Sin embargo, señala que, en el caso de que no les quede más remedio que distraer a los pequeños con dispositivos móviles, hay que transmitirles que se trata de algo excepcional debido a las circunstancias, para que no se convierta en costumbre.
Asimismo, aconseja incentivar a los niños para que usen juguetes, libros y realicen actividades que no estén relacionadas con la tecnología. “Cuando nosotros éramos pequeños lo hacíamos, por lo que no es algo tan inverosímil”, señala.
Un mundo digital
El abuso de pantallas por parte de los menores puede tener, por tanto, consecuencias negativas para su desarrollo intelectual y psicológico, pero, en un mundo tan digital como en el que vivimos, ¿puede ser igual de perjudicial una relación insuficiente con los dispositivos electrónicos?
“Una sociedad cada vez más digitalizada nos empuja a conocer el funcionamiento de estas herramientas, por lo que la ausencia total de su uso puede poner en desventaja a esos niños tanto en el ámbito educativo como social, e incluso profesional en el futuro. Como en todo, el equilibrio es lo más importante”, explica Ballesteros.
En este sentido, la Academia Americana de Pediatría desaconseja el uso de pantallas por parte de menores de 18 meses que no estén destinadas a chats de vídeo. Para niños de dos a cinco años, recomienda limitar su utilización a una hora y con aplicaciones educativas de calidad, y a partir de los seis años aconseja a los padres adaptar las horas de uso de dispositivos móviles en función de las necesidades de los menores y procurar que su utilización no reemplace horas de sueño, actividad física y otros comportamientos saludables.
“Yo no veo mal la exposición a dispositivos siempre que sea de una forma educativa, porque yo no he nacido con dispositivos pero mis hijos sí, y se tienen que adaptar al mundo de las nuevas tecnologías. Ellos van a estudiar con tablets u ordenadores, por lo que no veo mal que aprendan a manejarlos. Lo que sí me parece mal es que estén todo el día con ellos”, afirma Lucía.
No obstante, este asunto es aún controvertido y los propios psicólogos no se ponen de acuerdo. Así, María Guerrero opina que “hay muchas habilidades que los chicos deben desarrollar para relacionarse con este mundo, cada vez más digital, es cierto, pero esas habilidades tienen que aprenderlas fuera del ámbito digital, como todo lo relacionado con la inteligencia emocional, y necesitan desarrollarlas con una interacción muy cara a cara con sus iguales y sus mayores”.
Para la psicóloga de Qustodio, las herramientas digitales son, a día de hoy, tan intuitivas que cualquiera que necesite usarlas como usuario puede aprender en poco tiempo, por lo que no cree que sea preciso exponer a los menores a pantallas desde muy pequeños para que sepan cómo usarlas en el futuro.
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La noticia Dispositivos móviles para distraer a los niños: una solución en cuarentena, un problema en la nueva normalidad fue publicada originalmente en Xataka por Pablo Rodríguez .
Gracias a Pablo Rodríguez
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