La anterior revisión de este convertible pasó por nuestro laboratorio hace relativamente poco tiempo. A principios de 2019 tuvimos la oportunidad de analizar Surface Pro 6, por lo que parece razonable pensar que en el poco tiempo que ha pasado desde entonces Microsoft no ha podido introducir muchas novedades en la nueva revisión. Si nos ceñimos a su diseño el nuevo Surface Pro 7 es un dispositivo muy continuista, pero en su interior laten varias novedades «jugosas».
Su microprocesador Intel Core de 10ª generación fabricado con litografía de 10 nm es sin duda su baza más atractiva si lo comparamos con el anterior Surface Pro, que tenía una CPU Intel Core de octava generación. Pero no es la única novedad interesante. Además, la lógica Iris Plus debería tener un impacto profundo en el rendimiento gráfico de este convertible, y el puerto USB-C y la compatibilidad con el estándar WiFi 6 lo hacen más atractivo que su predecesor si nos ceñimos a su conectividad. Esto es lo que nos anticipan sus especificaciones, pero no basta. Lo realmente importante es comprobar si todo esto tiene un impacto tangible en nuestra experiencia como usuarios. Este es el objetivo de este análisis.
Microsoft Surface Pro 7: especificaciones técnicas
Como os he anticipado en los primeros párrafos de este artículo una de las novedades más interesantes introducidas por Microsoft en este equipo es su microprocesador Intel Core de 10ª generación. Surface Pro 7 está disponible con chips Intel Core i3, i5 e i7, todos ellos con la última implementación de la microarquitectura Intel Core, y, por tanto, con litografía de 10 nm. No obstante, la muestra que hemos utilizado para preparar este análisis «calza» un Intel Core i5-1035G4 equipado con cuatro núcleos y capaz de procesar simultáneamente un máximo de ocho hilos de ejecución (threads).
La versión de Surface Pro 7 que hemos analizado «calza» una CPU Intel Core i5 de 10ª generación con 4 núcleos, 8 hilos de ejecución y un TDP de 15 vatios
La frecuencia de reloj base a la que trabajan los núcleos de esta CPU es de solo 1,10 GHz, una cifra comedida que contribuye a mantener el TDP (Thermal Design Power) bajo control. Este parámetro refleja cuánta energía disipan en forma de calor los núcleos de la CPU cuando todos ellos están activos y trabajan a la frecuencia de reloj base. El TDP del chip Intel Core i5-1035G4 es de solo 15 vatios. Eso sí, cuando la carga de trabajo lo exige esta CPU puede incrementar la frecuencia de reloj de uno de sus núcleos hasta los 3,7 GHz. Un último apunte interesante: la memoria caché de nivel 3 a la que acceden todos los núcleos del procesador tiene una capacidad de 6 Mbytes.
Junto a la nueva tecnología de integración de 10 nm la baza más sólida de los microprocesadores Intel Core de 10ª generación es la lógica gráfica Iris Plus, que, sobre el papel, debería ser sensiblemente más potente que los gráficos HD Graphics 620 integrados en los chips Intel Core de las distintas versiones de Surface Pro 6. En la sección dedicada a nuestro banco de pruebas comprobaremos si los nuevos gráficos están a la altura de las expectativas. Por último, la controladora WiFi también está integrada en el encapsulado del procesador de Intel, y en esta iteración de la familia Core es compatible con el estándar WiFi 6, una prestación interesante que garantiza la compatibilidad de este equipo con las conexiones inalámbricas que poco a poco irán afianzándose durante los próximos años.
Analizaremos a fondo la pantalla de este convertible un poco más adelante, en una sección que le dedicaremos en exclusiva debido a que este componente tiene un impacto profundo en nuestra experiencia, pero hay dos elementos más que condicionan sensiblemente las prestaciones de este Surface y que no podemos pasar por alto: su memoria principal y su almacenamiento secundario. La versión que hemos probado cuenta con 8 GB de RAM de tipo LPDDR4x, una cantidad suficiente para un escenario de uso estrictamente ofimático, pero no tanto para crear contenidos. En este último ámbito es preferible optar por la versión con 16 GB de RAM. Por último, Microsoft ha resuelto el almacenamiento secundario de esta versión de Surface Pro 7 recurriendo a una unidad SSD con interfaz NVMe y una capacidad de 256 GB, aunque este equipo está disponible también con una unidad de estado sólido con una capacidad máxima de 1 Tbyte.
MICROSOFT SURFACE PRO 7 | Características |
---|---|
PANTALLA | PixelSense de 12,3 pulgadas (2.736 x 1.824 puntos), 267 ppp, relación de aspecto 3:2 y panel multitáctil de 10 puntos simultáneos de contacto |
MICROPROCESADOR | Intel Core i5-1035G4 con litografía de 10 nm, 4 núcleos, 8 hilos de ejecución, 1,10 GHz de frecuencia básica, 3,70 GHz de frecuencia máxima y 6 MB de caché L3 |
GRÁFICOS | Intel Iris Plus Graphics |
MEMORIA PRINCIPAL | 8 GB LPDDR4x |
ALMACENAMIENTO SECUNDARIO | 256 GB SSD NVMe |
CONECTIVIDAD INALÁMBRICA | Wi-Fi 6: compatible con 802.11ax Bluetooth 5.0 |
CONECTIVIDAD | 1 x USB-C, 1 x USB-A, 1 x jack de 3,5 mm para auriculares, 1 x Surface Connect, 1 x puerto para funda con teclado para Surface y 1 x lector de tarjetas micro-SDXC |
CÁMARAS | Cámara para autenticación por rostro de Windows Hello (frontal) Cámara frontal de 5 megapíxeles con vídeo Full HD Cámara trasera de 8 megapíxeles con autofoco y vídeo Full HD Dos micrófonos de estudio de campo lejano |
SONIDO | Altavoces estéreo de 1,6 vatios con sonido Dolby Audio Premium |
SEGURIDAD | Protección de nivel empresarial con inicio de sesión por rostro de Windows Hello |
SISTEMA OPERATIVO | Windows 10 Home |
SENSORES | Acelerómetro, giroscopio, magnetómetro y sensor de luz ambiental |
DIMENSIONES | 292 x 201 x 8,5 mm |
PESO | 775 g (sin la funda con teclado) |
PRECIO | 1.281,55 euros |
Microsoft Surface Pro 7 - Ordenador portátil 2 en 1 de 12.3" (Intel Core i5-1035G4, 8GB RAM, 256GB SSD, Intel Graphics, Windows 10) Plateado
Diseño y acabado: en este producto Microsoft se puede permitir ser continuista
El diseño y la construcción de Surface Pro 7 son calcados a los de Surface Pro 6. Y los de este último idénticos a los de Surface Pro de 2017 (por alguna razón Microsoft decidió omitir el número ‘5’ en la denominación de esta última iteración de Surface). Pero esto no es necesariamente malo. Y no lo es porque este convertible cuenta con un diseño que, aunque no es perfecto, está muy logrado, y también con una construcción de primera división. Es evidente que en Microsoft saben que estos son dos de los puntos fuertes de su producto, y por esta razón han decidido no tocar algo que, por el momento, parece estar siendo bien recibido por los usuarios.
La caja del equipo es de aleación de magnesio, un material que la dota de una gran ligereza (Surface Pro 7 pesa solo 775 g sin incluir la funda con teclado). Además, esta aleación tiene una alta rigidez y una gran capacidad de absorción de impactos. ¿Su mecanizado? Es prácticamente perfecto, por lo que no tengo nada que objetar ni en lo que se refiere a su calidad constructiva ni a su acabado. Otra característica atractiva de la caja de este convertible es su diseño de un solo cuerpo, y, por tanto, sin juntas. Los únicos tornillos visibles son los cuatro que unen la pestaña desplegable que nos permite colocar la pantalla en posición vertical al cuerpo del equipo. Un apunte interesante: la refrigeración de los componentes de este convertible es perimetral, por lo que el aire caliente es expulsado fuera de la caja a través de una finísima ranura de ventilación alojada en la mitad superior del cuerpo del equipo.
El cuerpo de este convertible es muy estilizado. Tiene un grosor de solo 8,5 mm, y, como hemos visto en el párrafo anterior, pesa menos de 800 g, por lo que su portabilidad está fuera de toda duda. En lo que concierne al diseño solo puedo ponerle una pega a la que hace tres o cuatro años no habría dado importancia, pero que hoy en día sí me parece relevante: sus marcos son excesivamente gruesos. El superior mide 12 mm, y los laterales aún más: 14,5 mm. No es nada dramático, pero a un equipo con una vocación tan clara de pertenecer a la gama alta hay que exigirle, y los marcos de este Surface podrían ser más finos. Además, si lo fuesen la caja podría acoger una pantalla ligeramente más grande sin necesidad de incrementar sus dimensiones un ápice.
La funda con teclado que podéis ver en algunas de las fotografías que ilustran este artículo no está incluida con Surface Pro 7. Y es una lástima porque es un accesorio caro (cuesta 179,99 euros), y, en mi opinión, es imprescindible hacerse con él si queremos sacar a este equipo el máximo partido. La funda Surface Pro Signature Type Cover que hemos probado tiene acabado alcántara y su tacto es una auténtica delicia. Además, da al equipo una elegancia a la que es difícil resistirse (si te gusta este acabado, claro). Más adelante indagaremos en la calidad del teclado integrado en la funda. Antes de concluir esta sección, un último apunte: el lápiz digital con el que podemos utilizar el convertible como si fuese una tableta digitalizadora para, entre otras cosas, tomar notas o dibujar a mano alzada, tampoco está incluido con el equipo. Cuesta 109,99 euros.
La pantalla sigue a muy buen nivel, pero le falta algo para enamorar
La pantalla integrada en las últimas revisiones de este equipo que hemos analizado tenía muy buena calidad, y la de Surface Pro 7 no es una excepción. Para ponerla a prueba recurrí a la herramienta que utilizo habitualmente para diseccionar el panel de los monitores, Eizo Monitor Test, un paquete de patrones muy completo que todos podemos utilizar gratuitamente tanto para poner a prueba la calidad de imagen de nuestros dispositivos como para comprobar si tienen algún píxel defectuoso. Afortunadamente, la muestra de Surface Pro 7 que hemos utilizado no tenía ninguna celda del panel dañada.
El panel LCD que incorpora este Surface Pro 7 es de tipo IPS y ha sido fabricado por LG Display
El panel LCD que incorpora este equipo es de tipo IPS y ha sido fabricado por LG Display. De hecho, aunque no he podido confirmarlo apostaría que es exactamente el mismo panel que Microsoft ha instalado en las últimas dos revisiones de Surface Pro. Sus fortalezas son las habituales en los paneles IPS de buena calidad: reproduce el color con precisión y una gran riqueza cromática (de hecho cubre aproximadamente el 95% del espacio de color sRGB), es bastante luminoso, y, aunque la tasa de contraste nativo de los paneles IPS suele ser sensiblemente inferior a la que nos ofrecen los de tipo VA, la de este panel no está nada mal. Desde un punto de vista global su calidad de imagen es alta, pero hay varias razones por las que, como os he anticipado en el título de esta sección, le falta algo para saltar del sobresaliente «raspado» a la matrícula de honor.
Los únicos dos defectos que he podido identificar con la ayuda de Eizo Monitor Test son una ligerísima fuga de luz en las esquinas superiores del panel (las que están a ambos lados de las cámaras frontales) y los reflejos. El panel está protegido por una lámina con acabado brillante que provoca la aparición de reflejos con relativa facilidad cuando hay abundante luz ambiental, especialmente si el fondo de la pantalla es oscuro. De nuevo no es nada dramático, y habrá personas a las que esto no les molestará, pero a mí me resultan más cómodas las pantallas con acabado mate.
Dejando a un lado estos dos «peros» echo de menos alguna característica diferencial que permita a la pantalla de este convertible aventajar a la de sus predecesores. Una resolución ligeramente mayor, o, mejor aún, una frecuencia de refresco nativa más alta, habría bastado para demostrar que Microsoft no se conforma con «refrescar» la CPU de sus Surface Pro y pulir un poco más su conectividad de una generación a la siguiente. Quién sabe, quizá en la siguiente iteración los de Redmond nos den alguna sorpresa agradable en este ámbito que rompa con esta tendencia continuista en lo que se refiere a la pantalla de esta familia de convertibles.
Esta es la experiencia que nos propone esta iteración de Surface
Es difícil utilizar este equipo durante varios días consecutivos sin dejarse seducir por él. Y es que la combinación de su belleza, su portabilidad y lo cómodo que se siente en un escenario de uso ofimático y de reproducción de contenidos es una delicia. Desafortunadamente en esta ocasión Microsoft no nos envió junto al equipo el lápiz digital que, como vimos unos párrafos más arriba, se puede comprar aparte. En cualquier caso, la experiencia que nos propone al utilizar este accesorio es la misma que nos ofrecen con él los Surface Pro de las dos últimas generaciones, por lo que si queréis conocer nuestra opinión acerca de él y si merece o no la pena os sugiero que echéis un vistazo al análisis de Surface Pro 6 que publicamos a principios de este año.
En lo que se refiere a la conectividad los de Redmond han introducido en esta revisión de Surface Pro dos mejoras que son muy bienvenidas: un puerto USB de tipo C que acompaña al pertinente enlace USB de tipo A que aún sigue siendo muy necesario (podéis verlos en la siguiente fotografía de detalle), y también conectividad WiFi 6, una apuesta apetecible que garantiza la compatibilidad de este convertible con las redes inalámbricas que poco a poco van ganando presencia, y que sin duda se impondrán a medio plazo. Además de estos puertos también tiene una ranura para tarjetas micro-SDXC (que queda oculta bajo el panel que permite sostener el equipo en posición vertical), un conector de tipo jack de 3,5 mm para auriculares, el puerto para la funda con teclado y el conector de alimentación Surface Connect.
Como he mencionado unos párrafos más arriba, la funda con teclado es, en mi opinión, un accesorio imprescindible si queremos sacar todo el partido posible a este convertible. Las teclas están retroiluminadas y apenas adolecen de oscilación transversal, y el touchpad tiene un tacto muy agradable y una sensibilidad alta tanto al toque como al arrastre. Hasta aquí no tengo nada que objetar a la calidad del teclado incorporado en la funda con teclado Surface Pro Signature Type Cover. Aun así, no es perfecta. Y no lo es, en mi opinión, porque le falta un poco de rigidez.
La calidad del teclado incorporado en la funda Surface Pro Signature Type Cover es alta, pero adolece de una ligera deformación que se produce debido a la presión ejercida por nuestros dedos sobre las teclas, y que en sesiones largas puede provocar fatiga en las articulaciones de nuestras manos
Cuando te pasas muchas horas cada día escribiendo delante de la pantalla de un ordenador una mínima oscilación de las teclas puede acabar provocando fatiga en las articulaciones de nuestras manos debido al estrés mecánico. Y este teclado cede ligeramente ante la presión ejercida por nuestros dedos sobre las teclas. Este hándicap puede ser resuelto con relativa sencillez en futuras versiones de esta funda con teclado, así que sería estupendo que Microsoft tome nota de esto.
En la siguiente fotografía podéis ver el panel trasero desplegable que nos permite mantener el equipo en posición semivertical cuando lo utilizamos con la ayuda de la funda con teclado como un ordenador portátil tradicional. Esta estrategia es exactamente la misma usada por las anteriores versiones de Surface Pro. Y funciona. Un apunte curioso: debajo de esta tapa, como podéis ver en la fotografía, reside la ranura para tarjetas micro-SDXC.
Nuestro banco de pruebas
A pesar de su veteranía Cinebench sigue siendo una herramienta muy útil para medir la productividad de un microprocesador multinúcleo. Y es que la herramienta de Maxon es capaz de utilizar simultáneamente todos los hilos de ejecución disponibles en una CPU para renderizar una imagen tridimensional y comparar su rendimiento con varios microprocesadores de referencia. La productividad que ha arrojado el chip Intel Core i5-1035G4 de Surface Pro 7, que, como hemos visto, tiene cuatro núcleos y ocho threads, es suficiente para un escenario de uso ofimático y de reproducción de contenidos en el que es importante dilatar tanto como sea posible la autonomía del dispositivo. Curiosamente, aunque es algo anecdótico debido a la diferencia que existe entre la microarquitectura y la frecuencia de reloj de estos chips, este procesador de Intel ha quedado colocado en esta prueba entre un Core i5 de tercera generación y un Core i7 de cuarta generación.
Como podéis ver en la siguiente gráfica, en el escenario Home Conventional 3.0 de PCMark 8 al equipo de Microsoft no le ha ido nada mal. Ha quedado colocado justo encima de la anterior revisión de Surface Pro, que recurre a un microprocesador Intel Core i5-8250U, y un peldaño por debajo del Spectre x360 de HP, que apuesta por un Core i7 de octava generación. En cualquier caso, los más de 3.000 puntos que ha arrojado en esta prueba reflejan que este convertible se enfrenta con garantías a un escenario de uso meramente ofimático y de reproducción de contenidos.
El rendimiento de Surface Pro 7 en el escenario de creación de contenidos de PCMark 8 es similar al de la prueba anterior. Eso sí, curiosamente en este test este equipo ha quedado colocado por delante del Spectre x360 de HP que lo superó en el escenario Home Conventional 3.0. Y también ha aventajado a Surface Pro 6, aunque, de forma inesperada, no a la revisión de Surface Pro de 2017, que apostó por un microprocesador Intel Core i5 de séptima generación.
Durante la presentación de sus microprocesadores de 10ª generación Intel aseguró que una de las mejoras más contundentes que ha introducido en sus chips Ice Lake es la nueva lógica gráfica Iris Plus. Según esta compañía el núcleo gráfico de sus nuevos microprocesadores Core i5 e i7 (los chips Core i3 mantienen la lógica UHD Graphics) es capaz de mover un amplio abanico de juegos a 1080p y por encima de 60 FPS. Esta afirmación parece demasiado optimista si nos ceñimos a los juegos de última hornada que están llegando ahora a las tiendas, pero lo cierto es que, como podéis ver en la siguiente gráfica, el rendimiento de Surface Pro 7 en 3DMark Cloud Gate es bastante espectacular. De hecho, ha conseguido superar con muchísima holgura a las dos últimas revisiones de Surface Pro, lo que refleja que Intel realmente ha dado un paso hacia delante con la puesta a punto de los gráficos Iris Plus.
El resultado de Surface Pro 7 en el test Ice Storm de 3DMark también es bueno, aunque en esta prueba se ha producido un cuádruple empate entre cuatro máquinas, entre las que se encuentran el Yoga 920 de Lenovo y el Spectre x360 de HP. Estos cuatro equipos se mueven en un rango aproximado de 1.000 puntos de diferencia sobre los 60.000 alcanzados por la puntuación más alta, de ahí que sea razonable declarar un empate. En cualquier caso, lo realmente importante es que la lógica gráfica de estas máquinas es capaz de ofrecernos un rendimiento muy digno en esta prueba.
Para evaluar el rendimiento de la unidad de estado sólido con interfaz NVMe de Surface Pro 7 hemos recurrido, una vez más, a CrystalDiskMark 7. Como podéis ver en la siguiente captura, la velocidad de lectura secuencial máxima de esta unidad SSD es alta (roza los 2.000 MB/s), mientras que la velocidad de escritura secuencial máxima es sensiblemente más baja (apenas supera los 800 MB/s). Aun así, es un rendimiento que, aunque no despunta, es suficiente para garantizar que el subsistema de almacenamiento secundario de este convertible de Microsoft no se va a transformar en un cuello de botella que pueda lastrar la productividad de la CPU y la memoria principal.
La guinda a esta sección la ponen nuestras pruebas de autonomía. La anterior revisión de este convertible arrojó durante nuestras pruebas una autonomía en un escenario real de uso que combina multitarea intensiva y reproducción de contenidos multimedia de alrededor de 9 horas. No está pero que nada mal. ¿Cómo le ha ido en esta prueba a Surface Pro 7? Pues, sorprendentemente, regular. En un escenario de uso real prácticamente idéntico al que sometimos a Surface Pro 6 la autonomía de la máquina que estamos analizando oscila entre las 6,5 y las 8 horas en función del estrés impuesto por la ejecución multitarea. No está mal, pero no esperábamos que fuese inferior a la autonomía de la anterior versión de este equipo. Sí, su CPU es más rápida, pero lo ideal es que la autonomía no se resienta gracias a las mejoras asociadas a la nueva tecnología de integración.
Por último, en lo que se refiere a la temperatura que alcanza el microprocesador de este equipo y al ruido que emite, no tengo nada que objetar. En los instantes durante los que sometimos a la CPU a la máxima carga de trabajo no superó los 77 grados centígrados, un valor muy razonable que queda lejos del umbral máximo de temperatura del microprocesador de Intel. Además, el ruido que emite el equipo en estas condiciones es prácticamente inaudible, como cabe esperar de una máquina con estas características.
Microsoft Surface Pro 7: la opinión y nota de Xataka
La mayor parte de las bazas que hacían atractivas a las anteriores revisiones de esta máquina de Microsoft siguen presentes en Surface Pro 7. Su acabado y su diseño están muy cuidados, aunque en este ámbito no ha habido ninguna evolución que permita a esta máquina desmarcarse de sus predecesoras. El terreno en el que sí ha puesto «tierra de por medio» es el de las prestaciones debido a que el microprocesador Intel Core de 10ª generación de este equipo aventaja con mucha claridad a la CPU de los anteriores Surface Pro. Microsoft también ha dado un paso hacia delante en materia de conectividad al incluir en este convertible no solo WiFi 6, sino también el puerto USB-C que tantos usuarios reclamamos cuando salió Surface Pro 6.
Surface Pro 7 aventaja con claridad a las anteriores revisiones de esta máquina en rendimiento y conectividad, pero no en autonomía
Hasta aquí llegan las buenas noticias; los apartados en los que Surface Pro 7 aventaja con cierta claridad a las anteriores revisiones de las máquinas de esta familia. Pero este equipo no brilla en todos los frentes. Y es que su autonomía es sensiblemente más reducida que la de Surface Pro 6, algo que, honestamente, no esperábamos. Además, aunque esto no es en absoluto grave, la anchura de los marcos de la pantalla desentona con el cuidado diseño del equipo. Confiemos en que Microsoft lo corrija en la próxima versión. Y, por último, es una lástima que los usuarios nos veamos obligados a pagar aparte un elemento tan importante como lo es la funda con teclado. Sin ella es imposible sacar el máximo partido a este convertible.
No es perfecto, pero, aun así, merece la pena considerar la compra de este portátil siempre y cuando, eso sí, su autonomía satisfaga nuestras necesidades. Para quien esté buscando una máquina muy ligera, bien acabada, razonablemente potente, versátil y con una pantalla de calidad, este Surface Pro 7 es una opción interesante. Aunque su autonomía no sea despampanante. De haber mantenido la duración de la batería de Surface Pro 6 habría logrado consolidarse como un convertible al que sería difícil resistirse. No lo ha hecho, y por esta razón pierde una parte de su atractivo, pero sigue siendo una opción que merece la pena tener en cuenta.
8,7
A favor
- El acabado y el diseño global de este convertible son sobresalientes
- Su rendimiento se ha incrementado sensiblemente frente al de Surface Pro 6
- La conectividad ha mejorado gracias a WiFi 6 y al puerto USB-C
- Su portabilidad sigue siendo de primera división
En contra
- Su autonomía se ha reducido sensiblemente frente a la que nos ofrece Surface Pro 6
- Los marcos de la pantalla son demasiado anchos, ensombreciendo el cuidado diseño de este equipo
- La funda con teclado es imprescindible. Microsoft debería ofrecerla junto a este convertible
El ordenador ha sido cedido para la prueba por parte de Microsoft. Puedes consultar nuestra política de relaciones con empresas.
Microsoft Surface Pro 7 - Ordenador portátil 2 en 1 de 12.3" (Intel Core i5-1035G4, 8GB RAM, 256GB SSD, Intel Graphics, Windows 10) Plateado
Más información | Microsoft
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La noticia Microsoft Surface Pro 7, análisis: la lucha por ser el convertible a batir está más igualada que nunca fue publicada originalmente en Xataka por Juan Carlos López .
Gracias a Juan Carlos López
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