España es, indiscutiblemente, una tierra bañada por el sol, factor que ha facilitado el florecimiento sin ir más lejos del sector turístico. ¿Pero hemos sabido aprovechar este recurso en otros planos?. Teniendo en cuenta que somos el país de Europa con más radiación solar... ¿Qué hay del autoconsumo fotovoltaico? ¿Cuáles han sido los avances a lo largo del tiempo y qué aportan las medidas recientes en nuestro país?
Las décadas que convulsionaron al sector fotovoltaico
España ha tenido una trayectoria bastante peculiar en cuanto a fotovoltaica se refiere. Paradójicamente, para abordar la historia y el presente del autoconsumo fotovoltaico quizá la mejor forma de hacerlo sea comenzando por otras formas de generación. Y es que como veremos, la apuesta por otro tipo de modelos y a otra escala, marcaría al sector fotovoltaico hasta el día de hoy.
El primer marco regulatorio: buenos objetivos, mala praxis
Hagamos un recorrido a toda prisa por las farragosas páginas de la legislación a lo largo del tiempo, prolegómeno vital para comprender algunos hechos.
El PER, el primer Plan de Energías Renovables (1997-2007), recogió una serie de líneas políticas y de objetivos en la materia. A grandes rasgos la visión era la siguiente:
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Primar inicialmente a las renovables. Una herramienta para favorecer su penetración en el mercado cuando el coste aún era elevado. Si bien se trataba de una práctica común en los países del entorno, no así en cuanto a la prima de las instalaciones de gran tamaño. Estas primas serían costeadas por todos los consumidores repercutiendo en la factura eléctrica.
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Otorgar a las renovables un régimen especial. Se daba prioridad a la electricidad procedente de estas fuentes frente a otras generadas mediante combustibles fósiles.
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Plantear el desarrollo de las instalaciones fotovoltaicas como generación de energía, debiendo integrarlas en la red general. Pero a la vez, estableciendo la premisa de la generación distribuida tratando de producir cerca del punto de consumo (es decir, favoreciendo a su vez el autoconsumo).
Fruto de este marco, se fijaron objetivos de potencia instalada en el periodo (700 MW) y tres escalones de primas (menores a 10 kW, hasta 100 kW, y mayores a esa cifra). Teníamos regulación y la intención de estimular el sector. Pero hecha la ley, hecha la trampa.
Dado que las bonificaciones a las pequeñas instalaciones eran más suculentas, se fueron agrupando instalaciones en la misma ubicación dando pie a grandes plantas de 1MW… en manos de al menos 10 propietarios distintos. Lejos de poner coto a esta situación se aceptó como válida y este tipo de centrales pasaron a ser las mejor beneficiadas en cuanto a primas, pervirtiendo totalmente la visión de las pequeñas instalaciones más cercanas a los consumidores.
Entre 2004-2008 el tamaño de estos huertos solares aumentó a 20-40 MW y el objetivo del plan se cumplió antes de lo previsto, generando un montante a pagar en concepto de primas de 1.000 millones de euros.
La brecha en el sector y el mal cartel de las renovables
Tocaba desarrollar un nuevo Plan que puliera los defectos del anterior y el Ministerio contaba con un plazo de diez meses, durante esa ventana las instalaciones podrían acogerse a lo contemplado que en el primer Plan. ¿Adivináis el resultado teniendo en cuenta que todos esperaban recortes a las primas? Si en 10 años se instalaron 700 MW, solo esos 10 meses instalaron 3.500 MW. Tan nefasta gestión y la acumulación de primas servirían para dar inicio además a una campaña de descrédito: invertir en renovables era equivalente a encarecer el recibo de la luz.
Y aunque, efectivamente, se redujeron las primas con el nuevo Plan de octubre de 2008 en vigor, como el coste de los equipos y de los paneles cayó notablemente, la inversión en fotovoltaica era aún más rentable que antes. España pasó de pretender promover la fotovoltaica a buscar a toda costa la reducción de primas y del déficit acumulado. ¡Incluso llegaron a limitarse las horas anuales de producción eléctrica procedente de la fotovoltaica!
El autoconsumo, abandonado. La democratización energética y la generación eléctrica descentralizada cerca del punto de consumo, fagocitados por una cultura del pelotazo dedicada a mercantilizar enormes plantas fotovoltaicas.
Por si fuera poco, las instalaciones realizadas en el Plan de 2011-2020 fueron desastrosas. 50.000 familias perdieron gran parte de su patrimonio en explotaciones que hoy se encuentran en la ruina. Se nos ha hablado mucho del ladrillo, pero quizá muy poco de este fenómeno. Los grandes inversores, por su parte, calaron las bayonetas y recurrieron al derecho internacional. España sigue a día de hoy pagando multas millonarias debido al “hachazo” con carácter retroactivo a las primas. En 2015, fuimos el primer país (por delante de Venezuela) en demandas de arbitraje internacional.
El pasado reciente del autoconsumo solar fotovoltaico
El contexto anterior dinamitó en buena medida la propagación del autoconsumo, que es un concepto radicalmente distinto al de las grandes plantas fotovoltaicas. Sencillamente, producir electricidad para el consumo propio. Ya sea en instalaciones conectadas a red (ON GRID) o instalaciones aisladas (OFF GRID). Con o sin baterías, para almacenar los excedentes cuando la producción supera a ese consumo, pudiendo de este modo consumir esa energía durante la mañana o la noche.
Para las instalaciones conectadas a red, el autoconsumo fotovoltaico implica abaratar la factura de la luz y depender en menor medida de las compañías eléctricas. Puede llegar donde la red convencional no llega, y es en cualquier caso menos intrusivo y más eficiente que los grandes huertos solares al evitar el transporte de la energía y sus pérdidas asociadas.
Hoy Europa es consciente de que el autoconsumo fotovoltaico ha de tener un papel clave en la generación energética. España empieza a serlo.
Una legislación sin incentivos ni balance neto.
Cabe explicar algunos conceptos referentes al autoconsumo fotovoltaico. El conocido como "balance neto" no es más que un mecanismo de compensación, que si bien está contemplado en otros muchos países no lo estaba hasta antes de abril de 2019 en nuestro marco legislativo.
Existen varias modalidades y mecanismos similares, desde un “descuento” de la energía que vertemos a red a la hora de consumir gracias a un contador bidireccional, hasta una retribución económica. Lo explicaremos.
¿Pero por qué se deben compensar de algún modo los excedentes vertidos a red? Básicamente porque van a parar automáticamente hasta el punto más próximo en el que alguien está consumiendo electricidad. Por lo tanto, se evita el tener que generar esa energía que posiblemente provenga de fuentes fósiles y, nuevamente, su transporte.
Y para colmo, con trabas: el “impuesto al sol”
¿Qué era este gravamen que causó tanto revuelo? A grandes rasgos, el “impuesto al sol” se aplicaba a la energía autoconsumida instantáneamente, aunque no pasase por la red. Es entendible por qué se trató de una medida tan impopular. Pero lo más grotesco del asunto es que en la práctica, a la mayoría de instalaciones domésticas nunca les afectó explícitamente y aún así resultaron perjudicadas. El RD 900/2015 eximía a las instalaciones de potencia menor de 10 kW –aunque sí había algunas trabas, como la instalación de un segundo contador-.
El problema estribaba en que el texto abría la puerta a que en el futuro instalaciones de menor potencia también se vienen obligadas a pagar, es decir, la exención era transitoria. España se convirtió en el único país del globo en contar con una medida similar, unido cabe recordar a la falta de mecanismos de estímulo al autoconsumo como el balance neto.
La inseguridad jurídica y como cabe esperar una total desincentivación del sector fueron el resultado. No solo eso, llevó a la propagación de todo tipo de rumores y supercherías que aseveraban poco menos que el autoconsumo en España… ¡estaba directamente prohibido!
El marco legal del autoconsumo hoy: llega la facturación neta
En octubre de 2018, por fin, el impuesto al sol fue finalmente derogado y se sentaron las bases para un marco más favorable para el autoconsumo. El camino ha sido largo y tedioso, pero el 5 de abril de 2019 y tras pasar por la pertinente fase de alegaciones, se aprueba el nuevo RD de Autoconsumo que supone un enorme salto adelante. No ha traído consigo el esperado balance neto, sino algo similar: la "facturación neta".
Amparados por este mecanismo y con un precio pactado con la comercializadora eléctrica, se nos descontará el importe de la electricidad que inyectamos a red de la que posteriormente consumimos, con carácter mensual. Sin posibilidad bajo ningún concepto de hacer negocio en el supuesto de que el valor de la energía vertida sea mayor al de la consumida.
Hay que entender que dicha venta hace referencia a la energía, por lo que incluso si nos descontásemos el total de la misma en nuestra factura, tendríamos otros conceptos que pagar (potencia contratada, alquiler del equipo de medida e impuestos). La repercusión de la medida sobre el total de la factura eléctrica, por tanto, es limitado. El RD conlleva algunos otros detalles que también favorecerán la proliferacion del autoconsumo. Por ejemplo, se favorece el autoconsumo colectivo (necesario en comunidades).
A diferencia del balance neto, la facturación neta no regula flujos de energía, sino de dinero. El descuento que vamos a percibir es bastante inferior al que recibiríamos por la venta que se realiza en el balance neto. Si la energía que consumimos ronda los 13 céntimos el kWh, el descuento que recibiremos vertiendo esa energía podría rondar los 4-6 céntimos, su precio en el mercado mayorista.
La facturación neta, avalada por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), busca de este modo estimular el autoconsumo fotovoltaico... pasito a pasito, en aras de no repetir errores del pasado. Quizá no es justo, ya que como hemos visto no se debe al autoconsumo fotovoltaico el enorme agujero ocasionado por las primas, pero en cualquier caso, es una medida realmente positiva y que sin duda va a impulsar al sector.
La tendencia en cuanto a costes y eficiencia en el autoconsumo fotovoltaico
En la última década el desarrollo de la fotovoltaica no ha tenido precedentes. La fabricación, lejos de ser aquel complicado proceso que precisaba de un laboratorio, se ha simplificado notablemente reduciendo con ello los costes de las instalaciones.
La Ley de Swanson acuñada por un artículo de The Economist en 2012, puso de manifiesto esta tendencia: cada vez que la potencia fotovoltaica instalada se duplicaba, el precio de esta tecnología descendía en un 20%. Este descenso hace referencia a los paneles, pero también otros componentes de las instalaciones están experimentando una caída de costes que lleva, por ejemplo, a la progresiva sustitución de las baterías de plomo-ácido por otras mucho más vanguardistas y con mejores propiedades como las de ión-litio.
En cuanto a la eficiencia -cantidad de luz solar que una célula o panel puede convertir en electricidad y expresada en porcentaje-, cabe decir que las células solares de silicio presentes en más del 90% del mercado tenían en los 90 un valor de conversión en la célula del 23%, mientras que hoy llega al 26.7 %. Si tenemos en cuenta que el límite máximo teórico es del 30%, otra premisa que podemos extraer es que se trata de una tecnología madura.
Estos hechos, incluso al margen de la legislación, suponen un viento a favor para las instalaciones de autoconsumo. Con el paso de los años requieren una inversión menor y se amortizan en un plazo más corto.
El futuro va mucho más allá del silicio
De cara a aumentar la eficiencia de las células de silicio, incluso rebasando ese límite teórico citado anteriormente, los investigadores experimentan con mezclas de silicio y otros materiales. Las células solares finas basadas en la Perovskita están dando resultados muy prometedores.
Pero el futuro de la fotovoltaica también implicará a nuevos compuestos y modos de fabricación. El grafeno o incluso algunos materiales orgánicos, se están testando como métodos más eficientes de captar la energía solar. La impresión 3D de captadores fotovoltaicos, por otra parte, podría suponer un cambio de paradigma en los procesos de fabricación. Las actuales investigaciones en este campo pretenden producirlos de forma mucho más económica y masiva, favoreciendo su integración en nuevos usos y regiones.
Un horizonte prometedor para el autoconsumo fotovoltaico
Se nos han quedado muchos elementos en el tintero. Podríamos hablar del sector eléctrico y su mercado marginalista… quizá en otra ocasión. Lo cierto es que después de despojarnos del impuesto al sol, sumado al descenso de costes en el sector y con las noticias de un marco regulatorio más benévolo que estaba por venir, el anquilosado sector del autoconsumo fotovoltaico ya había comenzado a cobrar vida de nuevo antes incluso de la llegada de la facturación neta.
Tanto es así, que Según la Unión Española Fotovoltaica (UNEF), en 2018 la potencia instalada en España experimentó un crecimiento del 94% respecto al año anterior gracias especialmente al incremento de las instlaciones de autoconsumo.
El autoconsumo promete, en definitiva, tener un futuro brillante en España y ayudarnos a sumergirnos de pleno en esta transición hacia las renovables que apenas acaba de arrancar. Además de contribuir a reducir las emisiones, democratizar la producción de energía y generar empleo dinamizando el maltrecho sector económico y laboral.
Imágenes: Pixabay | Elaboración propia | Wikipedia
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La noticia Cómo está el autoconsumo eléctrico ahora respecto a hace 20 años fue publicada originalmente en Xataka por Mario Siles .
Gracias a Mario Siles
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